“Vosotros los sumisos”: la Medea de Chantal Maillard

Chantal Maillard alcanza niveles universales con Medea (Tusquets, 2020), esta nueva propuesta poética radical, que combina la filosofía con el grito para enseñarnos qué son el crimen, la hipocresía, las prótesis, la procreación y las vísceras con que hemos de vivir.

.

Por Andreu Navarra

Chantal Maillard acaba de publicar Medea, un poema largo dividido en tres libros que vuelve a fusionar poesía y filosofía tal y como hacían los autores griegos más remotos. La propuesta atrapa instantáneamente: una Medea emparentada con Milton y los grandes autores románticos, los más satanistas, emprende un intenso monólogo dramático que interpela directamente al lector y al contexto actual de hipocresía desenfrenada. Muchas veces lo afirma Medea: ¿quién es el puro que arroja piedras contra la criminal, si sólo un criminal puede conocer las leyes del mal?

¿Quién es el puro que arroja piedras contra la criminal, si sólo un criminal puede conocer las leyes del mal?

Lo mejor de este libro es su aroma de la más bronca y delicada poesía griega: la dramática de Esquilo, la lírica de Safo, la filosófica de un Alcmán o un Empédocles, la vocación de aforismo atraviesa todo el libro y lo convierte en una fuente no sólo de placer sino también de sabiduría. No he podido dejar de pensar en Derek Walcott, en Yorgos Sepheris, en Heráclito, Hölderlin y Blake pero sobre todo no he podido dejar de pensar en la autoridad con la que se imponen estos versos afilados de Chantal Maillard, convertida desde hace tiempo en una de las escritoras excepcionales de Europa, por la originalidad de su voz y su plena autonomía de modas y límites. Ayuda a todo ello la edición impecable, el dorado de esta veterana colección de Tusquets, Marginales.

.

La reflexión moral de Maillard aparece trenzada con una tensa pregunta sobre el tiempo: “Todo círculo es vicioso: / en cualquier punto en el que inicies / el trayecto / te encuentras al final del mismo. / En cualquier punto estás en el inicio”. El libro es tan bueno que no alcanzo a comprender cómo podemos perder el tiempo con tantas bobadas como se publican en nuestro país. Pero, por suerte, esto no tiene por qué preocuparnos, como no le preocupan ni lo más mínimo ni a Maillard ni a Medea.

La arquitectura fragmentaria y cincelada de estos poemas, algunos auténticos “cantos” tal y como los entendía Ezra Pound (como el 35), pueden recordarnos a los dos poemas mayores de Góngora, pero evitan convertirse en materia marmórea; porque no estamos aquí en la Grecia soñada y verdiblanca de los autores petrarquistas, sino en la más real, terrible, polvorienta y manchada de sangre de Pasolini, Nietzsche y los trágicos, que tiene un color pardo más real que la silva amable, porque lo que ocurre en Medea es que alguien eleva la voz para acusar a todos los acusadores, recreando la filosofía remota que fundó nuestra mentalidad, pero no en la versión blanqueada al uso, sino en su realidad más franca y real, hecha de piedra calcinada, placenta seca y sangre.

“¿No condenamos todas acaso a nuestros hijos?”

Viejos poetas filósofos (aquí Parménides) resuenan en este largo poema: “La mente o el deseo de agarrarse / al filo resbaloso / del abismo detener el / torrente de partículas / y SER”… Heidegger se hubiera puesto de pie para celebrar esta poesía y hacer reverencias. “La materia se cansa. / La memoria / es su manera de dormir”, reflexiona Medea, repensada por Maillard como nueva Hipatia, una pensadora radical que ha apurado el zumo de la vida y por eso puede arrojarnos a la cara su decepcionante significado: “¿No condenamos todas / acaso a nuestros hijos?”. El tono es sentencioso, oracular y dentado. Medea se ha convertido en una heroína romántica (en su sentido luzbélico y sin asomo de palabrería o gestualidad), y se encarga de aleccionarnos sobre el horror de vivir: “Pensáis que todo crimen responde a un motivo. / No es así. / Todo tiene una causa / pero no toda causa es un motivo.”

Y no se escatiman realidades sobre lo que es la vida: “¡Tanta era la sed y tan pútrida el agua!”. Probablemente sea este tema (la reflexión sobre lo que es vivir) lo que aliente detrás de los 48 fragmentos del libro, también centrados en reflexionar sobre lo que son la rebelión y el orden social, reñido con la libertad: “En la más diminuta criatura / hay más virtud / que en el hombre que a ciegas obedece / las leyes de su tribu”. Nos guste o no, seguimos siendo tribu, y seguimos siendo timoratos y obedientes. Esto es lo que Medea ha venido a decirnos. En la nota final, se nos muestra la necesidad de que naveguemos sin velas, más allá del discurso, de la mente y de nuestro yo. Sólo desde ese estado salvaje podríamos experimentar algo parecido a una liberación.

Para acabar, diré una sola cosa más: tenemos mucha suerte de contar con una autora tan grande.

https://www.thegodmothermag.eu/post/vosotros-los-sumisos-la-medea-de-chantal-maillard

Cristina Peri Rossi, Premio Cervantes 2021

Cristina Peri Rossi nació el 12 de noviembre de 1941 en Montevideo (Uruguay); es una escritora que cultiva la narrativa y la poesía.
Durante la dictadura militar de Uruguay se exilió en España, país donde vive desde entonces y donde ha trabajado como articulista en diferentes publicaciones tales como “El País” y “El Mundo”. Como escritora se ha destacado por su obra “La nave de los locos“, una obra que deja en evidencia los crímenes de las dictaduras militares en latinoamérica, con una visión un tanto surrealista.
En lo que se refiere a poesía, en el 2008 recibió el Premio Loewe con su obra “Play Station“. Otras de sus obras publicadas son “Descripción de un naufragio” y “Europa después de la lluvia“, “Invitación” y “Palabra“.
Cristina asegura que su casa es la literatura, que no sabe vivir en este sistema para ganar dinero y que por eso se aferra a las letras porque está convencida de que es lo único que no pueden arrebatarle. Y esa pasión y esa entrega son las responsables de que haya podido conquistar tierras extranjeras, consiguiendo que sus creaciones trascendieran el espacio.
Actualmente vive en Barcelona, ciudad donde su labor en los medios es muy significativa, y continúa escribiendo y aportando su granito de arena para que crezca la literatura hispana.

Mi casa es la escritura

En los últimos años

he vivido en más de cien hoteles diferentes

(Algolquín, Hamilton, Humboldt, Los Linajes

Grand Palace, Víctor Alberto, Reina Sofía, City Park)

en ciudades alejadas entre sí

(Quebec y Berlín, Madrid y Montreal, Córdoba

y Valparaíso, París y Barcelona, Washington

y Montevideo)

.

siempre en tránsito

como los barcos y los trenes

metáforas de la vida

En un fluir constante

Ir y venir

.

No me creció una planta

no me creció un perro

.

Sólo me crecen los años y los libros

que dejo abandonados por cualquier parte

para que otro, otra

los lea sueñe con ellos

.

En los últimos años

he vivido en más de cien hoteles diferentes

en casas transitorias como días

fugaces como la memoria

.

¿cuál es mi casa?

¿dónde vivo?

Mi casa es la escritura

la habito como el hogar

de la hija descarriada

la pródiga

la que siempre vuelve para encontrar los rostros conocidos

el único fuego que no se extingue

.

Mi casa es la escritura

casa de cien puertas y ventanas

que se cierran y se abren alternadamente

Cuando pierdo una llave

encuentro otra

cuando se cierra una ventana

violo una puerta

Al fin

puta piadosa

como todas las putas

la escritura se abre de piernas

me acoge me recibe

me arropa me envuelve

me seduce me protege

madre omnipresente.

.

Mi casa es la escritura

sus salones sus rellanos

sus altillos sus puertas que se abren a otras puertas

sus pasillos que conducen a recámaras

llenas de espejos

donde yacer

con la única compañía que no falla Las palabras.

Cristina Peri Rossi, de Estrategias del deseo (2004)

La Chica canta La loba

Soy la que manda

Soy la que sabe

Anciana leyenda, alma salvaje

Yo soy la que sana

Me conoces no ?

Me llevas en ti

Vivo entre dos mundos,

Cuando siembro, siembro profundo

I pick up the bones,

I pick up the bones

Loba

Recojo los huesos, recojo los huesos

Loba

Deja la maga ver

Deja la magia ser

Despierta despierta libera tu rabia, recuerda la esencia a ver

Recuerda porque

Siglos y siglos y siglos

Suena la voz del silencio.

Ya no más.

I pick up the bones, I pick up the bones

Loba

Recojo los huesos, recojo los huesos

Loba

Crece la rabia

Crece la rabia

Transformo la furia, mi rabia es mi fuerza, mi rabia es mi fuerza

Puedo curar curandera me dicen recojo tus huesos

Curandera me dicen, le canto a tu cuerpo recojo tus huesos

Le canto a tu cuerpo, recuperas piel

Le canto a tu cuerpo, recuperas piel

Vuelve el soplo

Vuelve el soplo

Vuelves a la vida

Vuelves a la vida

I pick up the bones, I pick up the bones

Loba

Recojo los huesos, recojo los huesos

Loba

El despertar de las brujas es real

.

Taken from the album LA LOBA

https://LaChicha.lnk.to/listenYT

Directed by Marion CASTERA

Produced by TEMPLE CACHé DOP :

Thomas LETELLIER ℗ Zamora Label / Tweny One

© Zamora Publishing / French Tonic Avec le soutien du CNC

Website https://www.lachica-belleville.com

.

Desobedientes

https://www.arte.tv/fr/videos/093803-001-F/desobeissant-e-s/

Documental de Arte de 82 min (hay subtítulos también en castellano)

Disponible du 20/11/2020 au 24/02/2021

  • Réalisation : Alizée Chiappini, Adèle Flaux
  • Auteur : Adèle Flaux
  • Pays : France, Allemagne
  • Année : 2019

Tras un verano de 2018 marcado por la ola de calor, los incendios y la dimisión rotunda del ministro francés Nicolas Hulot, un grupo de jóvenes, consternado por la inacción de los gobiernos ante la crisis climática, decidió unir sus fuerzas.

Una sede se alquila, La Base, en el corazón de París. En germen, desde la COP21, una internacional informal del clima vincula diferentes movimientos de protesta europeos: Extinction Rebellion, Ende Gelände, Alternatiba, ANV-COP21… Entre ellos, jóvenes menores de 30 años. Algunos, como Élodie y Pauline, han dejado un puesto laboral de prestigio para dedicarse a un combate que consideran crucial. Tras una primera victoria –la petición denominada “El asunto del siglo” y sus 2 millones de firmas en quince días–, los activistas de La Base organizan 134 desenganches de retratos de Emmanuel Macron en los ayuntamientos, retransmitidos en redes sociales, para denunciar “el vacío de su política ecológica”. Este es su primer gran acto de desobediencia civil. El documental sigue a estos “desobedientes” en acción y en privado: desde los “chalecos amarillos” hasta la pandemia Covid-19, el año 2020 los pondrá a prueba.

Sensación de urgencia
Alizée Chiappini y Adèle Flaux capturan el surgimiento de una generación que, en su forma pragmática, abierta y combativa, imagina un nuevo compromiso cívico. Operando en red, los activistas de La Base no dudan en cruzar el Canal de la Mancha para recibir lecciones de no violencia de los primos británicos o acercarse a los “chalecos amarillos” para unir luchas sociales y ambientales. Puntuada por momentos fuertes, como el bloqueo de La Défense, “la república de los contaminadores”, ante ejecutivos ulcerados o aprobadores, esta historia límpida, atravesada por un sentido de urgencia, da vida a un año y medio de ‘una movilización sin precedentes, una lucha que valdrá para sus “líderes”, detenciones, gaseamientos y procesos judiciales. Este fascinante documento es a la vez un manual político y una novela iniciática, la aventura atraviesa diferentes fases en las que el entusiasmo da paso a la desilusión antes de recuperar una nueva vida.

Este programa forma parte de la Colección Europea, una iniciativa conjunta de los medios públicos europeos (ARD, ARTE, France Télévisions, SSR SRG y ZDF), coordinada por ARTE y apoyada por el programa Europa Creativa – MEDIA.

‘Llorona’, la historia de un parricidio

Pensando en  nuestro cuento La llorona del capítulo “El agua clara. El alimento de la vida creativa” del libro Mujeres que corren con los lobos.

Ana Sharife, CTXT, 12/07/2020

 images cms-image-000023233

Fotograma del cover de la canción La Llorona de Rosalía para el show televisado ‘Se Agradece de México’

El pasado mes de junio Rosalía sorprendía a sus seguidores subiendo a YouTube una versión de La Llorona en homenaje a los sanitarios de México que luchan contra la covid.  En apenas dos minutos la cantante concentraba en su voz un dolor insufrible. El alma en pena de una madre que ahoga a sus hijos en una noche enloquecida, y luego, arrepentida, los busca eternamente en las noches de luna por los ríos y lagunas, estremeciendo con su llanto a quien la escucha.

La Llorona es signo de identidad nacional y Patrimonio Cultural Intangible desde 2013. Una figura doliente a la que se relaciona con la diosa Tenpecutli

En México, la Llorona es signo de identidad nacional y Patrimonio Cultural Intangible desde 2013. Una figura doliente a la que se relaciona con la diosa Tenpecutli, que purgaba la pena de haber ahogado a sus hijos en un río. Su versión más popular habla de una mujer indígena de incomparable belleza que vivió un romance con un caballero español con quien tuvo tres hijos. Cuando supo que se había casado con una dama española, perdió el juicio. Cogió en brazos a sus hijos, los llevó a orillas del lago de Texcoco, los abrazó fuertemente y los hundió hasta ahogarlos. Tras darse cuenta de lo que había hecho, no pudo soportarlo y ella misma se quitó la vida. Desde entonces cuentan que su alma deambula cada noche cerca del lago en busca de sus pequeños.

La mitología nos ha brindado numerosos relatos mágicos que visibilizan este drama angustiante. Se halla en las cosmogonías y creencias ancestrales de todas las culturas, desde China hasta la misma África, donde una leyenda entre el reino yoruba de Dahomey y Togo describe a una mujer que recorre los ríos gritando pavorosos lamentos buscando a sus hijos, ahogados por el océano y sus restos desperdigados por el mundo. Un paralelismo con la historia de Raquel en la Biblia, quien llora por sus hijos (el pueblo de Israel) “y nadie puede consolarla, pues han desaparecido” (Jeremías 31:15).

La historia de Ciudad de México se escribe (y se construye) sobre las ruinas de Tenochtitlan, la “Venecia azteca” que cautivó al conquistador Hernán Cortés hace cinco siglos. A medida que se acercaban los españoles a la Gran Tenochtitlan, “más frecuentes y directas eran las señales que recibía Moctezuma”, recogería el historiador dominico Fray Diego Durán en Historia de las Indias de Nueva España e islas de la tierra firme. Era una llorona en forma de Cihuacóatl, una mujer que vagaba de noche gimiendo y gritando “Hijitos míos, ¿a dónde os llevaré?”, lo que Moctezuma interpretó como un augurio sobre el fin de su reinado. Según el Códice Aubin, esta madre (nutricia y destructora) fue una diosa que los acompañó durante su peregrinación en busca de Aztlán, la isla mítica de la que provienen los aztecas.

La gitana y el inglés

En España se cuenta la historia de una gitana cuya belleza conquistó a un inglés. Fruto de aquel amor nacieron dos críos, pero una noche la Guardia Civil fue a quitárselos por orden del inglés, quien se había casado con una mujer de la alta sociedad barcelonesa que no podía darle descendencia. La joven corrió con los pequeños hasta el embarcadero y huyó en una barca en mitad de un mar agitado. El mal viento volcó la embarcación y los hijos desaparecieron entre las olas. Los vecinos de la playa del pueblo de La Barceloneta aseguran haber escuchado su lamento en los días de fuertes vientos.

La leyenda de la Llorona comenzó a documentarse hacia 1550, cuando el misionero Bernardino la recogió en su monumental Historia general de las cosas de Nueva España

La leyenda de la Llorona comenzó a documentarse hacia 1550, cuando el misionero franciscano Bernardino de Sahagún la recogió en su monumental Historia general de las cosas de Nueva España (1540-1585). Sin embargo, sus antecedentes se pierden “entre mitos prehispánicos y diosas madres aztecas que conocedoras del destino de sus descendientes nada podían hacer para evitarlo”. Su fatalidad forma parte de la identidad cultural, del folclore y la imaginería popularde casi todos los pueblos, cuyas versiones varían de una comarca a otra dentro del mismo país.

Para otros expertos, la Llorona “destruiría la base del dominio colonial desde el momento en que la madre indígena mata a sus hijos mestizos”. De ahí que narre la trágica historia de amor entre una indígena (o criolla) y su amante español, y “el infanticidio como una manifestación de castigarse a sí misma por su debilidad”, escribe Mario Orozco en La estructura medeica de La Llorona (2009).

En Nicaragua es “el alma en pena de una indígena de Moyogalpa, en la isla de Ometepe, que se enamoró de un blanco, en contra de los consejos de su madre (‘no hay que mezclar la sangre del esclavo con la sangre del verdugo’), y que luego de ser abandonada, ahoga a su hijo en el lago Nicaragua, pero arrepentida, se mete en el agua para salvarlo sin éxito”, describe Milagros Palma en El mito de la Llorona en América Latina(2019).

Su fatalidad forma parte de la identidad cultural, del folclore y la imaginería popularde casi todos los pueblos

En una versión de Costa Rica, “la Llorona es una indígena muy hermosa, hija de un rey huetar, la cual se enamoró de un conquistador español, con el que se veía a solas en lo alto de una cascada, queda embarazada y da a luz un hijo, que es asesinado por el padre de la mujer, arrojándolo de lo alto de la catarata”. Desde entonces “su alma vaga por las orillas de los ríos buscando a su hijo perdido y llorando su desgracia”, testimonia Elía Zeledón en Sortilegios de viejas raíces: leyendas (1998).

La figura doliente de la llorona que flota sobre un charco creado con sus eternas lágrimas ha inspirado a todas las artes. En 2019 la guatemalteca película La Llorona, de Jayro Bustamante, abordó las matanzas ocurridas entre 1960 y 1966 durante la Guerra civil de Guatemala, y Hollywood la producción The Curse of La Llorona, bajo la dirección de Michael Chaves, un film de terror sobre una aparición que vive atrapada entre el cielo y el infierno por un destino terrible sellado por ella misma, al ahogar a sus hijos por celos y arrojarse en el río arrepentida.

Musicalmente la Llorona es una canción popular mexicana que tiene la cadencia de un vals lento que la jovencísima Ángela Aguilar interpreta en honor a Chavela Vargas y otros grandes. Rosalía hace un delicioso cover y todas las versiones suenan a desesperación, a profunda tristeza.

La Llorona sería un símbolo quebrado, las mujeres de la comunidad indígena de purépechas que mueren en su primer parto y se vuelven diosas guerreras (mocihuaquetzaque). Sería una voz silenciada, la Malinche, la amante nahua de Hernán Cortés, con quien tuvo un hijo, pero cuando este regresó a España, se lo arrebató y ni sus lamentos pudieron impedirlo. O, como escribió en 1922 el poeta y diplomático mexicano Alfonso Reyes en una carta enviada al historiador Mediz Bolio, “tal vez tenga que ver con todas esas voces oscuras, de abuelos indios, que lloran en nuestro corazón”.

A diferencia de otros medios, en CTXT mantenemos todos nuestros artículos en abierto. Nuestra apuesta es recuperar el espíritu de la prensa independiente: ser un servicio público. Si puedes permitirte pagar 4 euros al mes, apoya a CTXT. ¡Suscríbete!


Cómo detener el ecocidio

 

Al hilo de las reflexiones de la profesora Rosi Braidoti (lo Post-Humano) y el ecoactivista Paul Kingsnorth (autor de “Confesiones de un ecologista en rehabilitación”), este vídeo vuelve sobre la emergencia climática, centrándose en la importancia de explicar historias nuevas, de mostrar nuevos senderos conceptuales que nos lleven a distintas relaciones con la naturaleza. Ambos pensadores nos animan a ser cautos ante ciertas formas de ecologismo que se han entregado al capitalismo, a desconfiar del pseudoecologismo de grandes corporaciones que, precisamente, están en el centro del problema del ecocidio imparable. No se trata de producir la misma cantidad de energía y consumo por otros medios “limpios”, sino de cambiar de dirección y de costumbres.

El antropocentrismo de nuestra cultura occidental (“El hombre es la medida de todas las cosas”), narcisista, extractivista y desequilibrado, con su humanización simbólica (de Esopo a Disney) y su esclavización de los animales, su separación radical de humanidad y naturaleza, todo ello ha contribuido a la catástrofe que denuncian ecologistas y científicos desde hace décadas. Está claro que hacen falta otras narrativas, esta vez zoocéntricas, cuentos de respeto a la naturaleza, historias que nos permitan pensar y actuar de manera radicalmente distinta. No es tarea fácil ni a corto plazo, pero no nos cabe otra esperanza.

Guió, realització i edició: Félix Pérez-Hita

Idioma: Inglés – subtitulado Castellano (tenéis que activar los subtítulos en el vídeo).

Duració: 20 mins.

Participantes: Rosi Braidotti

Esta pieza está relacionada con otra titulada: “El éxito de los estúpidos”: http://www.cccb.org/es/multimedia/videos/el-exito-de-los-estupidos/228107

https://www.cccb.org/es/multimedia/videos/como-detener-el-ecocidio/233223#

https://www.cccb.org/es/multimedia/videos/rosi-braidotti/230241#

 

Llega Medea de la mano de Chantal Maillard

portada_medea_chantal-maillard_201912030951

 

Como fragmentos de un largo monólogo, los poemas nos indican, con la acotación justa, el devenir dramático de la protagonista, una Medea anciana que dialoga consigo misma sobre el dolor y la culpa de haber matado lo que más quiere.
La voz sostenida de Medea ahonda en los prejuicios heredados, los conceptos asimilados, como motivos de su desgarro.
Y dialogando con esos ecos, los versos llegan al fondo primigenio y ancestral de todas las acciones humanas.
Y con ello el libro se propone, no ya como una meditación sobre la culpabilidad femenina, sino como un doloroso proceso de curación.

Chantal MaillardMedea, Tusquets editores, 2020.

https://www.planetadelibros.com/libro-medea/310034

 

Un extracto para hacer boca:

fragmento 2

 

Huir.

 

Sin pertenencias salvo

el cuerpo que se hereda: la

indispensable prótesis.

 

Huir.

De otros.

O de la propia sombra cuando adopta

la forma de los otros.

 

De Corinto a Atenas de

Italia a Tesalia de Fenicia

a Persia y de vuelta a Cólquide

embarcar de nuevo

rumbo a quién sabe dónde

cruzando el Adriático encallar

en las costas de Libia

de Córcega de Ampurias

 

o del Mar de Alborán.

 

¡Qué intensa era la luz allí

qué profunda y clara el agua!

En otro tiempo. Otra historia.

¿O es la misma?

¿No son todas acaso la misma historia?

 

Del Bósforo al Mar de Alborán cuánto dista:

¿unos pocos centímetros en un mapa

unos siglos de errancia

una breve mención en un cuaderno de viaje?

 

Bien sé que todo lo vivido fue

una estrategia dilatada.

Fui en busca de otros horizontes.

Hice danzar el ego

como un oso drogado con opiáceos

 

consciente del zarpazo con que

                                             un día

 

al despertar de su letargo

me mostraría la nada y

                                          en ella

 

la pena-placenta que la nutre.

Todo círculo es vicioso:

en cualquier punto en el que inicies

el trayecto

te encuentras al final del mismo.

En cualquier punto estás en el inicio.

 

 

Aprender a manejar las lenguas del fuego: la acción adecuada (con J. Shinoda Bolen y Chantal Maillard)

Vivimos tiempos convulsos, tiempos de estupor (si es que existió alguno que no lo fuera). Traigo a colación en esa bitácora lobuna algunas lecturas que puedan sernos útiles para adquirir más perspectiva(s) a la hora de lidiar con una poderosa emoción que estos últimos días se expresa con varias intensidades y de diversos modos (muchos de ellos pacíficos y cívicos, digámoslo bien alto) en las calles de las ciudades catalanas: me refiero a la ira. La ira es una de las emociones básicas que hace parte de esa caja de herramientas emocionales con la que venimos al mundo, una emoción que experimentamos ante situaciones de injusticia, de amenaza o de agresión. La expresamos cuando necesitamos defendernos, poner límites a una ofensa, o ante una situación que consideramos inaceptable, como está siendo la del grave deterioro de la salud democrática de nuestras sociedades. La ira es una poderosa fuerza que nos mueve a la acción. Pero cuando no sabemos manejarla, cuando enciende tan sólo actitudes reactivas, llega a ser peligrosa porque nos desequilibra y nos hace perder el control, impulsándonos a actuar de un modo desproporcionado que termina teniendo repercusiones destructivas. Aprender a manejar las lenguas del fuego (sea la de la cólera y de la violencia, la del deseo o del ansia, la del conocimiento y de la conciencia, o la del poder) ha sido un aprendizaje que, desde tiempos remotos, acompaña a la existencia humana. Esa enseñanza gira en torno a la acción adecuada. ¿Cuál es la acción adecuada que pueda impulsar, tanto personal como colectivamente, un verdadero proceso de transformación, y que logre habilitar una experiencia de autonomía y de libertad —acaso de compasión? Lamentablemente, en vista de lo que sucede en el mundo global a día de hoy no es una cuestión que los seres humanos hayamos siquiera empezado a resolver. Y, probablemente, la actual escasez de sabias directrices que nos acompañen a emprender un proceso de autoconocimiento y de autoliberación no sea ajena al reiterado fracaso en promover un cambio social que consiga ser beneficioso para el conjunto. Hace más ruido el árbol que cae que el bosque que crece. Involucrarse en el propio conocimiento interior es, a modo del bosque que crece, cosa de larga paciencia y de silenciosa repercusión. Escuchemos pues con atención…

Los primeros fragmentos que traslado son sacados del libro de la psicóloga y psiquiatra norteamericana Jean Shinoda Bolen, Las diosas de la mujer madura. Arquetipos femeninos a partir de los cincuenta (Kairós, 2008). En uno de sus capítulos, “Las diosas de la ira transformadora”, la psicoanalista invita a una reflexión convocando a tres diosas coléricas orientales –la egipcia Sekhmet de cabeza leonina, la fiera india Kali que simboliza la destrucción del ego, y la colérica diosa sumeria del inframundo, Ereshkigal–. A pesar de que en su libro se dirige específicamente a las mujeres, Shinoda Bolen proporciona a quien la lea, independientemente de su género, una valiosa clave que sin duda muchos.as reconoceremos pero que tan sólo algunos.as de nosotros.as sepamos llevar a la práctica en nuestro día a día: es preciso aquilatar la ira con la sabiduría para que el fuego de la cólera en lugar de aniquilarnos nos impulse a vivir y a promover un proceso de transformación, sea éste personal, social, cultural, educativo, político, institucional, ético o planetario.

diosas_maduras

<< Las diosas de la cólera transformadora […] pasan a un primer plano cuando nos llega el momento de ponernos manos a la obra y cambiar una situación que es inaceptable, cuando decimos « ¡Ya está bien!». Antiguamente se recurría a esta clase de diosas cuando los dioses masculinos o los hombres no eran capaces de derrotar al mal y sólo una diosa poderosa tenía la talla suficiente para enzarzarse en la gesta. La representación de la imagen de las diosas más importantes de la ira transformadora no es antropomórfica. La diosa egipcia Sekhmet tiene la cabeza de un león y el cuerpo de una mujer. Kali-Ma, la diosa hindú, posee un rostro inhumano terrorífico y un cuerpo de mujer con innumerables brazos. […]

Estos arquetipos de la ira transformadora resultan más eficaces cuando los equilibra la sabiduría. Sin esa sabiduría, pueden ser destructivos para la mujer y para los demás. La rabia que no va acompañada de la sabiduría, se nutre de sí misma y hace que una mujer tema volverse loca o perder el control, y a algunas llega a sucederles. La mujer que es víctima de malos tratos y rocía el lecho marital con gasolina para prenderle fuego y asesinar al marido mientras dormita, o bien la madre del niño que ha sufrido abusos sexuales y se lleva un arma al juzgado para disparar al criminal, son ejemplos extremos. Es muy molesto tener que licuar con profundos sentimientos de cólera y hostilidad, sobre todo después de que una se haya pasado la vida conformándose e intentando sacar el mejor partido de la situación. Sin embargo, cuando esto les ocurre a las mujeres en edad avanzada, se dan otros arquetipos muy sólidos que pueden equilibrar y contener esos sentimientos primitivos.

Gracias a la sabiduría, las diosas de la cólera transformadora no dan rienda suelta a sus estallidos de rabia, ni actúan guiándose por sus impulsos. La sabiduría permite canalizar la rabia hasta convertirla en el compromiso de provocar el cambio y la actitud resuelta que se precisa para hallar el camino más idóneo. Gracias a la sabiduría, por último, la culpa y la vergüenza no atenazan a la mujer, ni la instan a que eluda la verdad o los sentimientos de rabia. Por consiguiente, siempre que la rabia se alíe con una estrategia inteligente, las mujeres mayores se transformarán en ancianas formidables. […]

Cuando te las ves con el arquetipo de Sekhmet o Kali, hay que realizar un trabajo espiritual y psicológico para conciliar dos elementos tan opuestos como la cólera y la sabiduría. Si nos rechazan o nos humillan, o bien nos maltratan y nos atacan físicamente o verbalmente, el primer impulso es el de devolver la afrenta. La sabiduría suaviza la ira y pone bridas a la leona salvaje o a Kali sedienta de sangre. La sabiduría se percata de que el ojo por ojo y el diente por diente es una invitación a la escalada de violencia; pero es que en el terreno anímico todavía es peor, sobre todo cuando “pagas con la misma moneda” a los que te han infligido algún mal y corres el riesgo de volverte como ellos. Entonces puedes convertirte en una persona gruñona, hostil y obsesiva que sucumbe a la rabia hasta devenir una “posesa” como Sekhmet y Kali. El reto más inmediato, por consiguiente, es controlar esa ira y destilarla en actos premeditados. El resultado es muy diferente al que se crea cuando reprimimos la rabia o la dirigimos contra nosotras mismas, porque eso genera depresión. Ahora bien, no estoy diciendo tampoco que debamos tragarnos la rabia e incluso olvidar los motivos que la provocaron, porque eso sería una negación que nos conduciría a la codependencia. Es obvio, por lo tanto, que la depresión, la codependencia y la victimización no son atributos de Sekhmet o Kali, sino la otra cara de la moneda del arquetipo. La ferocidad de Sekhmet o Kali precisa ser gobernada, pero no debe suprimirse ni desatarse en una cólera ciega. En ese momento es cuando Kali insiste en resolver un problema determinado, o bien en enfrentarse a él, Sekhmet sigue presente sin que podamos eludirla y nosotras adquirimos una fuerza que inspira respeto. […]

Las diosas que entonan el grito de “¡Ya está bien!” tienen nombres extraños y rostros inhumanos, pero su energía y su rabia ya no nos resultan ajenas. Gracias a la sabiduría y la madurez, cualidades que se afianzan en la compañía de otras personas que posean estas virtudes, la cólera de Sekhmet y Kali se canaliza en acciones eficaces. Cuando una mujer es capaz de hacer eso, se convierte en una mujer sabia con un corazón de león, cuya rabia es la antesala de la transformación de las instituciones y la cultura.>>

***

El segundo texto al que acudo de nuevo es el pequeño “panfleto” de Chantal Maillard ¿Es posible un mundo sin violencia? (Vaso Roto, 2018). En él, la filósofa reflexiona sobre las razones globales de la violencia, sobre la estrechez de nuestro marco de indignación, y se pregunta si puede tener lugar un cambio sin violencia, y de qué modo llevarlo a cabo. Transcribo algunos extractos-migajas a todas luces insuficientes por estar aquí descontextualizados, descoyuntados incluso, por lo que os remito al texto íntegro invitándoos encarecidamente a una lectura meditada.

librito violencia

 

<< ¿Es posible actuar sin ira?

[…] Decía al inicio de este artículo, que la indignación es la manifestación de un malestar ante una injusticia o, más exactamente, ante algo que consideramos tal. Cioran experimenta ese malestar, pero se contiene al recordar la enseñanza del emperador [Marco Aurelio]. ¿Por qué? ¿Por qué no indignarse?

Recordemos que Marco Aurelio era seguidor de los estoicos y la disciplina estoica enseñaba a desprenderse de uno mismo. Si quien se indigna defiende algo que de alguna manera siente que le pertenece, ¿cómo habrá de indignarse quien considera que nada le pertenece? Por otra parte, y más importante, a la ética del estoicismo primitivo le acompaña una serie de directrices para el conocimiento de los movimientos de ánimo y la comprensión de sus adherencias. “conócete a ti mismo” es el conocido lema de las antiguas escuelas filosóficas griegas. Este “sí mismo” no se refiere al conjunto de hábitos que conforman la personalidad, sino a algo más radical y más común que tiene que ver con el funcionamiento de la psique, sus procesos senti-mentales, de los que el personaje (eso que “tiene” personalidad) dará muestras de una u otra manera, según sus circunstancias. Así pues, quien se conoce a sí mismo también será capaz de conocer al otro. Y quien conozca al otro no esperará de él otra cosa que lo que pueda dar. El que conoce la naturaleza del otro sabe qué puede esperar de él y qué no y, siendo así, ¿cómo podría sentirse ofendido por lo que haga? Y allí donde no hay ofensa difícilmente podría haber indignación.

Ahora bien, ¿quiere eso decir que ante una evidente situación de injusticia nos quedemos de brazos cruzados? ¿No indignarse significa aceptar? No se trata de eso. Ni la ataraxia ni la apatheia son sinónimos de pasividad. Ambos conceptos han evolucionado hasta adquirir connotaciones que no son en absoluto acordes con lo que fueron en las escuelas griegas. Ni la ataraxia era falta de acción, ni la apatheia, apatía. Hay que tener presente que ninguno de esos términos se refería directamente a la acción práctica sino, antes bien, al conocimiento de los movimientos del ánimo y su dominio. La ataraxia es ausencia de perturbación anímica y la apatheia, neutralidad del ánimo, ecuanimidad. ¿Por qué? Porque con el ánimo templado, y tan sólo así, es como pueden emprenderse acciones realmente justas o correctas. La ira provocada por lo que percibimos como una ofensa personal dará como resultado respuestas igualmente personales, carentes de alcance universal y, por tanto, injustas. Y es injusto, entre otras cosas, indignarse por lo que nos atañe en lo más próximo sin ampliar el marco.

En una tradición aparentemente más alejada de la nuestra aunque, no obstante, bien conocida por los estoicos, la del hinduismo, también se atendía a esta neutralización de los movimientos del ánimo. Es la enseñanza que el dios Krisna le proporciona a Arjuna cuando éste, dispuesto a la batalla, vacila ante la perspectiva de luchar contra sus parientes. Actuar sin interés personal, actuar, pero con el ánimo ecuánime, es la acción correcta. Para Marco Aurelio esto sería actuar acorde con el principio racional.

Lamentablemente, la humanidad no ha evolucionado a partir de sus antiguas sabidurías. La observación de la mente y sus procesos se dejó de lado para propiciar otro tipo de observación, más inmediata, y no parece que haya tiempo ni disposición suficiente como para recuperar estos conocimientos que no sólo son la gran asignatura pendiente del Occidente capitalista, sino que también están siendo olvidados por otros pueblos que, habiéndolos poseído, están siendo engullidos por el mismo sistema.

Pero lo que podemos hacer, al menos, es explorar los términos de nuestra indignación: sus motivos. Considerar la ira: sus causas. Averiguar la naturaleza de nuestra respuesta y sus fines. […] ¿Somos capaces de indignarnos desinteresadamente, de considerar nuestros intereses personales dentro de una ética global? ¿Somos capaces de tener en cuenta que nuestra vida vale tanto a nuestros ojos como cualquier otra vida para quien la vive, y actuar en consecuencia? ¿Tenemos voluntad de unir los esfuerzos y los conocimientos para inventar un sistema mejor, más equitativo y respetuoso, más justo?

De no hacerlo así, debemos saber que nuestras acciones, en el mejor de los casos, no harán más que darle otra vuelta al proceso dialéctico, un cambio más dentro de una Historia que llega a su fin. Salvo que seamos capaces de actuar sin ansia, sin interés personal, con generosidad, con ecuanimidad, hagamos lo que hagamos, este sistema seguirá en pie, corrompiendo y funcionando, perpetuando la situación de indefensión moral y práctica en la que ahora nos encontramos.

No les ocultaré la pregunta que me inquieta: ¿Qué pasaría si, pactando, se nos devolviesen a cada uno los derechos (o beneficios) de los que estamos siendo privados? Mucho me temo que volveríamos a dormir, tan insatisfechos como antes aunque más tranquilos, y nos abstendríamos de indignarnos por aquellas otras injusticias que sostienen nuestra ilusoria y precaria tranquilidad. Esto es a lo que Marco Aurelio llamaría, simplemente, no tener conciencia política.

[…]

Ahimsa. La no-violencia como acción política

Se suele creer que la idea de la no-violencia fue un invento de Gandhi. Nada más erróneo: el ahimsa puede rastrearse en los orígenes de la tradición upanishádica y en los preceptos de convivencia de algunas de las más antiguas comunidades religiosas de la India. Lo que es atribuible a Gandhi es el uso político de la no-violencia como forma de resistencia ante la dominación política. Un uso, por tanto, activo que, unido al concepto de desobediencia civil, convierte la fórmula negativa: a-himsa (no daño, no agresión) en una acción política. Ésta fue, en realidad, una táctica muy hábil pensada para provocar la indignación moral no sólo de la población india sino también de las demás naciones, lo cual se consiguió al término de la Marcha de la Sal (1930) cuando, siguiendo la indicación del propio Gandhi, los manifestantes se ofrecieron a los golpes hasta morir. la intención no era evitar derramamientos de sangre sino convertir en mártires a unos y en dominadores inmorales a otros a los ojos de todos. “Tal vez nadie comprendió con tanta precisión el papel esencial que podía desempeñar la indignación moral en un conflicto político”, escribe el sociólogo Losurdo refiriéndose a Gandhi.

[…]

Cierto es que aceptamos con demasiada facilidad el hecho de que la violencia de Estado es una violencia legítima. La del pueblo, en cambio, nunca es legítima, es “desestabilizadora”. El orden (la estabilidad), por supuesto, es lo que dicta el Estado. Alberto Cruz: “Los actos de violencia del Estado se vuelven más aceptables si se usan eufemismos como “democratización” (Irak), “evitar una masacre de civiles” (Libia), “el derecho de injerencia” (Yugoslavia) o “la responsabilidad de proteger” (Somalia, Haití)…”

[…]

La no-violencia tal como se la entiende desde los tiempos de Gandhi está muy lejos de ser el concepto jainista que implica no hacer daño a ningún ser. Es, en el terreno político, la utilización de una fuerza para contrarrestar otra. Que los actos públicos de no-violencia son un arma política es algo que los actuales gobiernos tienen muy claro. Sin ir más lejos, en España, ante las manifestaciones pacíficas del 15M, el Ministerio de Interior resolvió modificar el Código Penal para equiparar la resistencia pasiva, hasta entonces considerada un “delito de desobediencia”, con el “atentado contra la autoridad”. La resistencia pasiva era, en palabras del entonces secretario de Estado de Seguridad, Ignacio Ulloa, “una conducta equivalente a la agresión contra el principio del orden y de autoridad que se ejercita por las fuerzas y cuerpos de seguridad”.

Recapitulemos pues. Si la democracia se ha degradado y la lucha no-violenta (una contradicción in terminis) o la resistencia pasiva son consideradas agresiones, susceptibles, por tanto, de contrarrestarse con la fuerza, ¿qué hacer? Si bien está claro que no hay posibilidad de mundo sin violencia, ¿podrá al menos tener lugar un cambio sin violencia?

En singular

Siempre he entendido que una reforma política y social no obtendría resultados duraderos salvo que empezase por el esclarecimiento de las conciencias. Porque los conceptos no existen. Lo que existe, existe en singular. en singular se sufre, en singular se teme y en singular se padece la insatisfacción y el ansia. El cambio habremos de lograrlo entre todos, pero su posibilidad tendrá que gestarse en cada uno, de uno en uno, pues el conocimiento interior no es algo que pueda obtenerse en plural, le incumbe a cada cual. Y es este conocimiento la condición de posibilidad para que el cambio, de darse, no sea simplemente otra oscilación dialéctica, sino un cambio radical.

Propongo reiniciar la reflexión, en esta encrucijada, en singular. El dolor siempre ocurre en singular. Y así también habrán de procurarse las soluciones: no desde una instancia superior, sino con un trabajo personal de cada uno de nosotros. […] >>

 

Maillard convoca en su ensayo, entre otros, a Emil Cioran, Jacques Derrida, Jean Ziegler, al eslovenio Slavoj Žižek, a las indias Arundhati Roy y Vandana Shiva, al Buddha, a Marco Aurelio y a los estoicos… Otros textos de lectura obligada para estos tiempos convulsos podrían ser “La Ilíada” de Homero, la novela de John Steinbeck “Las uvas de la ira”, el opúsculo de H. D. Thoreau “La desobediencia civil”, o los “Ejercicios espirituales y filosofía antigua” de Pierre Hadot… La lista es larga, lo dejo aquí de momento y os convido a recopilar los vuestros.

 

El malestar animal de Chantal Maillard

Hoy he recibido este poema de nuestra querida poeta Chantal Maillard.
Dice querer compartir con nosotros.as su “malestar animal” contra la exterminación indeterminada de las cotorras argentinas, y de los jabalíes que llegan a los parques de nuestras poblaciones “asustando a los niños”.

“A falta de otras armas”, este poema-proyectil sigue siendo un “arma cargada de futuro” tal y como quería Gabriel Celaya, para nuestro presente aciago…

Pasen y lean y, acto seguido, no dejéis de cotorrear, graznar, aullar, jabalear, murcielaguear este poema por doquier!

Kubo Shunman_(Período Edo)’_Tres cuervos graznan contra un sol naciente ‘

MALESTAR ANIMAL

Han decidido exterminar a las cotorras
en Madrid.

Dicen que alborotan y se queja el vecindario.
Dicen que desplazan a los gorriones.
Que estropean los árboles del parque.
Que proliferan demasiado. Dicen

Que el gas letal que van a utilizar
cumple con la ley de bienestar animal.

Mi animal ha decidido
exterminar a los humanos.
Dice que espantan a los otros animales.
Que alborotan de día y de noche no descansan.
Que talan e incendian los bosques del planeta.
Que proliferan y destrozan
arrasan y saquean la tierra que no les pertenece.

Dice que ha decidido exterminar
a los humanos incapaces
de convivir con jabalíes en sus parques
y que al hacerlo cumplirá
las leyes naturales.

Yo para complacerle
voy a criar jabatos en el huerto de mis manos
ofidios en mi casa-hueso
y murciélagos en la cueva de mis ojos.

Voy a criar cotorras.
Y esplendorosos cuervos que al amanecer
le despierten como antaño
en los bosques de Goa.

© Chantal Maillard
© Pintura de Kubo Shunman, ‘Tres cuervos graznan contra un sol naciente’ (Período Edo)

El ciclo. Equinoccio de otoño

Este lunes 23 de septiembre, a las 7:50 UTC (las 09:50h hora española), el Sol cruzará el ecuador celeste del planeta Tierra, momento del equinoccio de otoño en que la duración de la noche es igual a la del día (aequinoctium) en todos los lugares de la tierra. 

Con esta entrada nos sumamos al grito de ¡Basta! que está sembrando la generación Greta para detener la mayor crisis ecológica y climática originada por los seres humanos… Ojalá aprendamos también nosotros a andar en equilibrio con el planeta, con el cosmos… “tal vez aún apenas sea posible nunca”…

 

 

En 1942 Robert Oppenheimer se integró al Proyecto Manhattan, destinado a gestionar la investigación y el desarrollo, por parte de científicos británicos y estadounidenses, de la energía nuclear con fines militares. La sede central, el laboratorio secreto de Los Álamos, en Nuevo México, fue elegida por el propio Oppenheimer.

Tras presenciar la explosión de prueba de la primera bomba atómica en Nuevo México, Robert Oppenheimer y el Padre Michael DeLisle Lyons, leyeron un verso del décimo capítulo, cuarta estrofa del texto hindú de la Bhagavad Gita : “Ahora me he convertido en la Muerte, el destructor de mundos”. Robert Oppenheimer limitó su comentario a esta estrofa y nunca mencionó las siguientes palabras en la misma línea – “Yo soy el origen de las cosas a ser”.

Ryuichi Sakamoto compuso este aria para su ópera Life, en 1999. Esta música acompañada del texto leído por el mismo Oppenheimer se convierte en algo de obligada visión para no volver a repetir tamaños errores. Sakamoto compuso el Aria para Oppenheimer sobre una filmación del científico cuyos ojos trasmiten todo el horror que llevó durante toda su vida.

“Supimos que el mundo no sería el mismo. Unas pocas personas rieron, unas pocas lloraron, muchas estuvieron en silencio. Recuerdo la línea de la escritura Hindú, el Bhagavad-Gita. Vishnu está tratando de persuadir al Príncipe para que haga su deber y para impresionarlo toma su forma con múltiples brazos y dice, ‘Ahora, me he convertido en la muerte, destructora de mundos.’ Supongo que todos pensamos eso, de una u otra forma.” – Robert Oppenheimer, 16 Julio 1945. Los Alamos, Nuevo Méjico.

Aria para Oppenheimer // Oppenheimer’s Aria (by Ryuichi Sakamoto, 1999)