Siri Husdvedt salta a la palestra

Discurso de Siri Husdvedt en la recepción del premio Princesa de Asturias de las Letras  2019

 

Majestades Altezas Reales
Queridos premiados
Señoras y señores

De pequeña solía maravillarme ante cosas corrientes. Un tenedor encima de la mesa o una flor en un jarrón de repente adquirían la extraña cualidad de un misterio metafísico. Ver a mi hermana lamer un cucurucho de helado me llevaba a pensar en lo raras que eran las lenguas humanas, con sus bultos y el surco en el centro. ¿Y las sensaciones que iban y venían a lo largo del día: los escalofríos y los sudores, los sabores dulces y los agrios, los retortijones cuando los niños del colegio se reían de mí o el deleite de los besos y los abrazos de mi madre? Y luego estaban las reglas de la vida, que no eran pocas. ¿Por qué los niños podían dar brincos cuando ganaban un concurso de caligrafía y a las niñas no se nos dejaba ni sonreír, y menos aún levantar los brazos en el aire? ¿Y si las reglas eran diferentes?

Cuando mi hija, Sophie, tenía tres años, me preguntó: «Mamá, ¿cuando sea mayor seguiré siendo Sophie?». Le respondí que sí, aunque sabía que acababa de plantear una antigua cuestión filosófica para la que no había una respuesta satisfactoria, la cuestión del Yo y su continuidad en el tiempo. ¿Qué cambia y qué permanece igual? ¿Creemos a Heráclito o a Platón? ¿Cómo conectamos el embrión, el recién nacido y el adolescente con la anciana que está en su lecho de muerte? ¿Cómo concebimos la vida interna y la externa? ¿Cómo marcamos los límites entre ellas? ¿Cómo sabemos lo que estamos tan convencidos de saber?

Todos los niños tienen curiosidad. Piensen en la recién nacida fascinada por el aspecto y el sonido de las llaves brillantes que su padre agita sobre su cabeza. Intenta cogerlas. Si lo consigue, se las lleva a la boca. Pero la niña no es una criatura aislada que va acumulando información sobre sí misma. Vive en una interacción continua con los demás. Su curiosidad tiene dos caras: necesita tocar y que la toquen, probar y que la besen y la prueben, oler y que la huelan, ver y que la vean, la vean de verdad. Y en un determinado momento la niña empieza a preguntarse sobre el cambio, empieza a imaginarse mayor, fuerte y adulta o vieja o incluso muerta. Yo solía mirar el pelo azul de las ancianas con bastón, chal y voz temblorosa de mi ciudad natal, y pensaba: «Así seré cuando sea vieja, antes de morir».

En mi pequeña ciudad había bibliotecas llenas de libros, y en esos libros había historias sobre personas a las que nunca había conocido que vivían en países en los que nunca había estado. Tenían aventuras y eran víctimas de injusticias. Yo leía sobre reyes, reinas y magia, pero también sobre cautiverio, racismo, miedo a los desconocidos y niñas a las que se les castigaba por no querer ser modosas y estar calladas. Y pensaba: «¿Por qué es así? ¿Por qué no podría ser diferente?». Los libros se encarnan. Las palabras se entretejen con nuestro cerebro y nuestras vísceras, nuestros gestos y nuestros sentimientos. Nos cambian. Los libros y las ideas pueden ser peligrosos, pueden enfermarnos o enloquecernos, y pueden proporcionar formas de salvación, una vía de escape del dolor. Pero debemos recelar de las emociones ramplonas, las respuestas fáciles y las fórmulas hechas que vienen en paquetes brillantes con la etiqueta de «verdad».

Aún no soy tan mayor como las señoras de pelo azul, pero me voy acercando, y llevo medio siglo leyendo a buen ritmo. Estoy llena de voces, y éstas no se ponen de acuerdo entre sí. He leído literatura, filosofía, historia y mucha ciencia —neurología, psiquiatría, neurociencia, genética, embriología—, pero también antropología y sociología, y cuanto más sé, más me pregunto: ¿por qué? ¿Cómo sabemos lo que sabemos? Piénsenlo de nuevo: ¿y si fuera diferente?

Vivimos en un mundo en el que cada vez la gente sabe más sobre menos cosas. Esto tiene sus ventajas. El conocimiento especializado ha dado lugar a grandes avances técnicos, medicamentos potentes, teorías complejas sobre el lenguaje y la cultura, y obras de arte impresionantes. También ha llevado a callejones sin salida en varias disciplinas y a fantasías de que una idea es novedosa cuando no lo es. Tras dar una charla ante neurólogos en un hospital de Boston, un científico me preguntó por qué alguien como él, que se había pasado la vida estudiando escáneres cerebrales de pacientes con Alzheimer, debería leer literatura, filosofía e historia. Le respondí que le ayudaría en su trabajo. Vería lo que ahora no veía e identificaría en sus modelos puntos débiles que nunca se le habían ocurrido.

Lo sé porque he sido testigo una y otra vez de los problemas que suscita un enfoque demasiado restringido. Y esto es válido tanto para el estudioso de humanidades que nunca se ha molestado en pensar en músculos, huesos, tejidos y células como para el científico que sólo piensa en neuronas. Ninguno de los dos se pregunta cómo sabe lo que cree saber. Las preguntas que deberían hacerse no se hacen porque quedan fuera del marco de referencia. Cuando escribo intento formular la siguiente mejor pregunta, basada en muchas disciplinas y no en una sola. Y me hago esas preguntas en las novelas, los ensayos y los trabajos académicos, porque todos son vías para aumentar el conocimiento humano. He aprendido que un género o disciplina no es superior a otro. Debemos recelar de nuestros prejuicios. Ni la ciencia es elevada, intelectual y masculina, ni las artes y las humanidades son inferiores, emocionales y femeninas. Debemos aprender que la autoridad y la sabiduría vienen en muchos formatos, sexos, colores, formas y tamaños. Debemos aprender unos de otros y recapacitar.

¿Es la misma persona la niña que se quedaba mirando un tenedor y la mujer que daba la charla? El tiempo es inefable, pero las ideas y las reglas que las acompañan pueden perdurar, a menudo cientos de años. A mi yo adulto no le cuesta imaginar un mundo en el que las ideas circulan libremente entre disciplinas sin una jerarquía discriminatoria, un mundo donde las niñas pueden alardear tanto como los niños y éstos no les tienen miedo, un mundo en el que se han disuelto las viejas fronteras. Este premio llega de la mano de una niña, una princesa. Me gustaría que fuera para todas las niñas que leen muchos libros sobre un sinfín de temas, que piensan, preguntan, dudan, imaginan y se niegan a estar calladas.

 

http://bit.ly/DiscursoSiriHustvedt

 

Dos magníficas entrevistas radio en vídeo:

https://www.ccma.cat/tv3/alacarta/telenoticies/siri-hustvedt-presenta-el-seu-llibre-records-del-futur-a-barcelona/video/5942532/

https://www.ccma.cat/catradio/alacarta/el-mati-de-catalunya-radio/siri-hustvedtla-violencia-sexual-no-tracta-nomes-duna-agressio-es-poder-i-es-humiliacio/video/5942806/

De momento, el vídeo de esta conversación no se ha subido a la web del CCCB:

https://www.cccb.org/es/actividades/ficha/conversacion-con-siri-hustvedt/232030

https://www.infolibre.es/noticias/cultura/2019/10/24/siri_hustvedt_recuerdos_del_futuro_cronica_100182_1026.html

https://www.elconfidencial.com/cultura/2019-06-01/siri-hustvedt-premio-princesa-de-asturias-entrevista-456_2041950/

https://www.elconfidencial.com/cultura/2019-05-22/siri-hustvedt-premio-princesa-asturias-letras-839_2016314/

https://theobjective.com/further/siri-hustvedt-recuerdos-del-futuro/

 

Siri Hustvedt, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2019

El jurado considera que la obra de la escritora estadounidense “incide en algunos de los aspectos que dibujan un presente convulso y desconcertante, desde una perspectiva de raíz feminista”

Barcelona 
Siri Hustvedt, en abril de 2017, en Barcelona. En vídeo, la escritora es elegida Premio Princesa de Asturias de las Letras 2019. NURPHOTO GETTY | VÍDEO: EPV


La escritora estadounidense Siri Hustvedt (Northfield, Minnesota, 1955) ha ganado el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2019. El acta, que ha sido leída este mediodía en Oviedo por el presidente del jurado y director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado, ha destacado que la obra de Hustvedt es “una de las más ambiciosas del panorama actual de las letras” e “incide en algunos de los aspectos que dibujan un presente convulso y desconcertante, desde una perspectiva de raíz feminista”. Tanto desde la ficción como desde el ensayo, Hustvedt aborda los temas “como una intelectual preocupada por las cuestiones fundamentales de la ética contemporánea”, ha valorado el jurado. Autores como Fred Vargas, Adam Zagajewski, Richard Ford, Leonardo Padura o John Banville han recibido el galardón en las últimas ediciones.

Hustvedt ha tenido que luchar casi los 64 años que cuenta contra dos tópicos que le molestan especialmente: ser definida como “la esposa de…” por estar casada con el reputado escritor Paul Auster (que también recibió este premio en 2006), y la de que las mujeres no están especialmente dotadas para el pensamiento en general y la ciencia en particular. Ante ambos tópicos ha salido victoriosa la flamante premio Princesa de Asturias de las Letras.

Quizá sin saberlo, ha luchado desde sus inicios contra ello. Hija de emigrantes de origen noruego, licenciada en Historia con poco más de 20 años, cambió los pasajes rurales de su Minnesota natal por la culturalmente bulliciosa Nueva York de los años setenta. En el bagaje, lecturas existencialistas de Kierkegaard y psicoanalíticas de Freud con apenas 16 años y una cada vez más voraz pasión por la neurociencia y el psicoanálisis, al que se somete dos veces por semana. “Funciona como el arte, tiene que ver con crear: lo que se crea, básicamente a partir del diálogo, es la persona que se psicoanaliza”, lo ha definido en más de una ocasión.

El resto lo ha forjado gracias a dedicar disciplinadamente, aún hoy, cuatro horas diarias a la lectura de ensayos, lo que en buena parte explique que sea autora hasta la fecha de una obra casi tan extensa en no ficción (con seis títulos), como en ficción (siete novelas). “Para mí son verdaderos vasos comunicantes”, dice a quien la crítica ha definido más de una vez como una “novelista de ideas”, etiqueta que ella misma admite con agrado.

Feminismo, arte y ciencia son las tres probetas con las que ha ido conformando su obra, que arrancó en 1992 con la elogiada novela Los ojos vendados y que ha marcado el tono literario de esta admiradora de Dickens (a cuyo análisis dedicó su tesis doctoral), en novelas que suelen ir y venir en sus hilos argumentales, que pueden armarse y desarmarse, mecidas por los vaivenes de la memoria de sus personajes, como puede comprobarse también en Recuerdos del futuro, el último título publicado hasta la fecha y editado hace apenas tres meses en España (Seix Barral / Edicions 62, en catalán).

Muchos de los personajes que protagonizan sus novelas, como Todo cuanto amé (2003), El verano sin hombres (2011) o Un mundo deslumbrante (2014), dejan entrever claramente las tesis de esta mujer enjuta, alta, que usa la ironía para encajar, siempre con una sonrisa muy suya, “ser la esposa de escritor famoso que ven siempre como el responsable de la educación de su mujer”, como ella misma lo define.

Fina analista de la trastienda comunicativa del arte (como demuestra en Los misterios del rectángulo, 2005), no es menos elegante al abordar su clara militancia feminista. Quizá la mejor fusión de sus intereses esté, hoy por hoy, en el último de sus ensayos, La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres (2016), que acoge algunas de sus mejores reflexiones publicadas entre 2011 y 2015. Una de las conclusiones que se extraen de su lectura puede ser, como defiende ella misma, que “todos somos un poco hombres y un poco mujeres”, algo que queda reflejado, dice, en la falsamente muy masculina elogiada obra de Karl Ove Knausgard.

Defiende su feminismo con una gran fuerza, la que proviene de la pura convicción: “Como mujeres debemos ejercer el poder y la autoridad sin esperar el permiso de los hombres para hacerlo”, sostiene quien recauda dinero para organizar la “resistencia” contra el presidente Trump, alguien que “en la guerra civil contra las ideas que tiene lugar en Estados Unidos dispara racismo y misoginia; en realidad, su elección fue fruto del miedo de los hombres a las mujeres; temen perder autonomía”. Una princesa, pues, muy de los tiempos.


Siri Hustvedt en el Festival Gutun Zuria 2017 Bilbao

http://www.kulturklik.euskadi.eus/evento/2017041216165981/gutun-zuria-2017-siri-hustvedt-en-conversacion-con-almudena-cacho/kulturklik/es/z12-detalle/es/

Entrevista a la novelista y ensayista norteamericana Siri Hustvedt (Minnesota, EEUU, 1955) en el diario de Álava, el 27 abril 2017: “Es injusto que se devalúe el trabajo de las artistas“: http://www.noticiasdealava.com/2017/04/27/ocio-y-cultura/cultura/es-injusto-que-se-devalue-el-trabajo-de-las-artistas

GUTUN ZURIA 2017 DEL 25 DE ABRIL AL 1 DE MAYO DE 2017

Gutun Zuria, el Festival Internacional de las Letras de Bilbao, organizado por Azkuna Zentroa, está de aniversario. Este año se celebra la décima edición de este encuentro literario, en el que los escritores toman la palabra para reflexionar acerca de la sociedad actual desde sus experiencias personales y creadoras.

A lo largo de estas diez ediciones, más de un centenar de escritores han acudido a esta cita para intercambiar sus vivencias con el público. Escritores que son referencia de la literatura mundial, Premios Nobel incluidos, representantes de las letras vascas y periodistas literarios nos han acompañado y enriquecido con sus intervenciones.

Y no sólo ha sido protagonista la palabra. La música, el cine o las artes escénicas han tenido y tienen un lugar destacado en este Festival, que cada año convierte a Azkuna Zentroa en El Centro de la creación artística.

La inauguración de esta décima edición, de Gutun Zuria, en la que la celebración será protagonista, correrá a cargo de Alberto Manguel y su elogio de la literatura. A él se sumarán otros grandes nombres: Annie Proulx, Siri Hustvedt, Diamela Eltit, Kirmen Uribe, Jean-Claude Carrière y Guillermo Arriaga que vincularán su experiencia creativa a las diferentes manifestaciones artísticas en las que la literatura es protagonista. Este año la poesía tendrá también su protagonismo y estará representada por algunos de nuestros mejores poetas: Chantal Maillard, Clara Janés, Darío Jaramillo, J.A. González Iglesias y Beñat Sarasola protagonizaran un recital poético que promete convertirse en un encuentro memorable. También el mundo editorial contará en esta edición con un espacio en el que editores como Ofelia Grande (Siruela), Manuel Borrás (Pre-Textos), Joan Tarrida (Galaxia Gutenberg), Claudio López (Penguin Random House) y Mikel Soto (Txalaparta) contarán cómo se confecciona un catálogo editorial, así como el complejo entramado que subyace a la edición y promoción de los libros.

http://www.azkunazentroa.eus/az/cast/inicio/mediateka-bbk/gutun-zuria-2017/al_evento_fa

Siri Hustvedt, el destino de las mujeres en el arte

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La novela de Siri Hustvedt, El mundo deslumbrante, está publicada por Anagrama.

Su protagonista es Harriet Burden, personalidad semiolvidada de la escena artística neoyorquina de los ochenta, convertida tras su muerte en objeto de estudio por parte de críticos y académicos. Más que como artista, fue conocida como esposa del poderoso marchante Felix Lord y anfitriona de deliciosas fiestas que reunían a toda la intelectualidad de Manhattan. Hasta que, en el tramo final de su vida, Harriet decidió orquestar un curioso experimento: se sirvió de tres hombres que le sirvieron de fachada para presentar sus propias creaciones ante el mundo. Escondida tras el rostro de jóvenes de perfil multirracial y sexualidad líquida, Harriet fue aclamada inmediatamente como una artista magistral.

http://cultura.elpais.com/cultura/2015/02/10/babelia/1423588894_498866.html

En el siguiente enlace tenéis una reseña de esta novela escrita por Emma Rodríguez:

Siri Hustvedt, el destino de las mujeres en el arte

Esta novela es un campo absolutamente abierto, una pieza múltiple que adquiere, por momentos, la forma de una biografía, de un ensayo, con notas a pie de página incluidas, o de una crónica periodística. A través de su personaje principal, una mujer inteligente, inquieta y muy culta, la escritora nos habla de arte, de literatura, de filosofía, de Historia, de psicología, de neurociencia… Imposible dar cuenta de todo lo que abarca.


Consciente de los indudables logros del movimiento feminista, la escritora nos remite al pasado, pero también nos habla de un presente que no ha acabado de desprenderse de todas esas rémoras pese a la cada vez mayor presencia femenina en el panorama artístico, un presente en el que las presiones a las que se ven sometidas las mujeres siguen siendo llamativas. Y podemos hablar del ninguneo, de la condescendencia, de la catalogación de la obra como excesivamente sensible o sentimental.

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El año anterior, en el 2013, Hustvedt publicó un libro de ensayos Vivir, pensar y mirar que me parece muy complementario a la novela (o viceversa).

En él exploraba tres núcleos temáticos sobre los que la escritora estadounidense ha reflexionado y escrito casi obsesivamente: la propia experiencia vital y las raíces familiares (la memoria, la emoción, la imaginación, la migraña…), los enigmáticos mecanismos del cerebro (la filosofía, la neurociencia, el psicoanálisis, la lectura y la escritura…) y los impactos visuales de las artes plásticas (nuestro modo de mirar, las emociones que nos transmiten…). Para ello reflexiona sobre artistas muy diferentes y alejados en el tiempo, desde el maestro de la escuela sienesa Duccio di Buoninsegna o Goya y su uso de la violencia hasta las transgresoras propuestas de Louise Bourgeois, Kiki Smith, Gerhardt Richter, Annette Messager o Margaret Bowland, pasando por el ascetismo de los bodegones de Morandi o el poder evocador de las fotografías viejas.