Repito a menudo que una de las herramientas imprescindible en nuestro taller es un diario de abordo, un cuaderno, una libreta, un cahier, un notebook… Un cuenco en el que recoger aquello que sentimos, vemos, percibimos, oímos, recordamos, pensamos en nuestro viaje intro-exploratorio por los cuentos, y donde consignar nuestras trayectorias, dibujar perfiles y relieves, y dejar constancia de los pasajes efectuados, de los umbrales cruzados, de los obstáculos desafiantes y de las sombras entrevistas.
Una de las razones que más me seduce al trabajar con un cuaderno, es su in-acabamiento, su im-perfección, su carácter de work in progress. En el cuaderno nada está concluido, todo está en movimiento, haciéndose. En él consignamos aquel detalle que pone en marcha la progresión gradual sea de una acción sea de una observación que está teniendo lugar en ese momento concreto, un gesto, insignificante, naciente…
El filósofo francés, Maurice Merleau-Ponty, utilizaba la palabra “inchoatif”, incoativo, para referirse a lo que estaba en estado inicial, en proceso. Hablaba del aspecto incoativo de la fenomenología, refiriéndose a su estado de inacabamiento. Paul Ricoeur decía: “Soy una conciencia incoativa que todavía no ha adoptado su esfera de responsabilidad”. Conciencia en ciernes.
Cuando trabajo en mi cuaderno trabajo con lo incoativo, anoto cualquier cosa, aun insignificante, de ese pensar naciente, esbozándose. Trayectorias de la conciencia. Cuaderno-humus, poso de lo incoativo.
Trabajar con/en un cuaderno es para muchas de nosotras un acto de escritura-refugio, el cuaderno se hace templo donde, ante la dispersión de las voces, recogernos.
A modo de invocación, estos fragmentos de los cuadernos de Chantal Maillard, porque para ella el cuaderno es casa, el cuaderno-hogar es a donde siempre vuelve:
“Recurro al cuaderno como se vuelve al hogar” escribe en Bélgica (p. 129)
o
“Vuelvo a mí. Cada vez que abro el cuaderno de notas, vuelvo a mí. Vuelvo a mí en la escritura, o antes aun, en la tensión que dispone a la escritura. ¿Qué soy, quién soy antes y después del cuaderno? ¿Qué soy, dónde estoy cuando no me escribo? Puede decirse que el cuaderno me está creando, está haciendo de aquel mí disperso el yo que se interroga acerca de sí mismo”, en Filosofía en los días críticos (p. 45: frag. 60)