“La razón por la cual utilizo cajas y trapos viejos,
es que los materiales nuevos no tienen el sentimiento de lo vivido,
son demasiado secos en sentido emocional”
Hannelore Baron
·
Descubrí la obra de Hannelore Baron (1.927-1987) cuando empezábamos a trabajar Las Zapatillas Rojas y me pareció que existía un nexo entre la obra de esta artista y el cuento.
Baron nació en Dillingen, en una familia judia y sufrió la violencia extrema de la Alemania nazi.
La Noche de los Cristales Rotos (1.938) su casa fue saqueada y su padre brutalmente golpeado. La pequeña Hannelore habia sido escondida en la buhardilla de la vivienda. Cuando volvió a bajar a su casa, la encontró destrozada y las paredes manchadas con la sangre de su padre. Esa experiencia le causó graves problemas psicológicos que impidieron que pudiera llevar una existencia normal.
En 1941, la familia consiguió los permisos para residir en New York, donde se instalaron.
Sin una formación formal en arte, empezó pintando cada vez de forma más abstracta, para en los años 50 empezar a incorporar elementos a su pintura y explorar nuevas maneras de hacer combinaciones mediante técnica mixta.
Su obra incorpora materiales encontrados, telas, pequeños trozos de madera, alambre, cuerdas…
Con frecuencia utiliza letras, que para ella son símbolo de la memoria y también imágenes de pájaros y flores, como representación de la fragilidad humana.
Su hijo explica que, durante años la artista realizó su obra en la mesa de la cocina, únicamente para ella y con un propósito terapéutico.
Era pues una respuesta a sus problemas psicológicos. Una forma de expresión que resultaria, en cierto modo, sanadora.
Inicialmente, vi una conexión con la protagonista de Las Zapatillas Rojas a partir del fragmento del libro: “… pero siempre recogía los trapos viejos que encontraba y con el tiempo se cosió un par de zapatillas rojas.” Pensé que el hecho de que ambas recogiesen fragmentos podía establecer una relación. Sin embargo al ir sabiendo más de la artista, la conexión perdió fuerza.
La niña utiliza los materiales que encuentra, mientras que la artista rescata los que ella considera que “han vivido”, que tienen historia y que la conectan con un pasado que ha de sanar.
La utilización de tejidos en el caso de Baron parte desde el principio, de un propósito diferente, porque esos trapos están cargados de sentido. No son textiles cualquiera que se ha encontrado, sino que ha buscado específicamente esas ropas que ya habían tenido una vida al haber sido usadas, para expresar una relación con su propio pasado.
No es casualidad que Baron utilice telas en sus obras y le fascinen los tejidos antiguos. Su padre era comerciante de tejidos y creció rodeada de ellas, además, la figura del padre dejó en ella una huella muy profunda.
A la artista le interesaba mucho el arte nativo americano y eso me lleva a pensar en los nativos que cosían y bordaban a mano sus mocasines, hechos con las pieles de los animales de sus territorios y con dibujos que representaban la tribu a la que pertenecían.
Tanto los mocasines como las zapatillas rojas, representan para sus creadores su identidad y el orgullo por lo creado con sus propios medios. A la niña, los zapatos comprados no le proporcionan la felicidad de sus humildes zapatillas, porque ni la representan, ni la conectan con su territorio.
Algunos críticos de arte comparan a Hannelore Baron con Paul Klee. Los que discrepan, dicen que ella no manipula imágenes, sino que “deja huellas” y eso me parece muy hermoso, porque es como si mostrara un camino.
Su galerista señala que siempre estuvo comprometida con la humanidad, pero no expresó sus ideas verbalizándolas, ya que tenía su obra para hacerlo.
Una frase preciosa que él dice es que “la historia se asentaba en las superficies de sus obras y la artista intentó con ellas, convencer a las personas de la necesidad de comunicarse”.
Sus obras son frágiles e íntimas.
El galerista las define como “talismanes de esperanza y paz”.
Este resumen de lo recogido y visto en relación a Hannelore Baron, es mi pequeño y agradecido homenaje a la artista.
Gràcies, Muriel
Hola Mercedes, el escrito no es mío sino de Montserrat 😉
Querida Montserrat,
Qué homenaje más sentido traes aquí con la obra de Hannelore Baron: su minucioso y cuidadoso trabajo “hecho a mano”, sí… Me ha gustado mucho el acercamiento que propones de su trabajo creativo con el cuento de las Zapatillas rojas. Y también el hecho que señales la relevancia que tuvo su tarea creativa respecto a la recuperación de su salud mental o, al menos, para mantenerse a flote en su vida cotidiana (oportunidad que nuestra protagonista no tuvo en el cuento). Me ha llegado al alma la definición de su arte como huellas que, como bien dices, indican un camino. Un camino que se puede recorrer, compartir. Unas huellas frágiles en la superficie del mundo y de la piel que ponen de nuevo en contacto a las personas entre sí y con su territorio… Muy hermoso. Gracias, gracias, gracias!