La tortue rouge (La tortuga roja)

La tortue rouge (2016) és una bellíssima pel·lícula d’animació que explica un conte, sense paraules, sobre un nàufrag que arriba a una illa poblada de tortugues, crancs i aus.

La història és un cant a la natura: el protagonista forma part i integra la pròpia naturalesa. És també una mena de viatge interior que em recorda algun dels contes del llibre de Clarissa P. Estés “Mujeres que corren con los lobos”: “Piel de foca” i “La mujer esqueleto”.

M’han emocionat la bellesa de les imatges i de la música i m’ha agradat també perquè sap transmetre i comunicar sense utilitzar la paraula com a llenguatge. Una pel·lícula “de llobes”!

https://fr.wikipedia.org/wiki/La_Tortue_rouge

https://es.wikipedia.org/wiki/La_tortuga_roja

http://www.fotogramas.es/Festival-de-San-Sebastian/2016/La-tortuga-roja-una-verdadera-joya-de-la-animacion-inunda-de-magia-el-festival

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Direcció: Michael Dudok de Wit
Música: Laurent Perez del Mar
Títol original: ‘La tortue rouge’
Producció:  Japó – França – Bèlgica
Durada: 80 minuts
Any: 2016
Gènere: Animació

 

 

  • Aquí podeu escoltar la banda sonora de la pel·lícula

Darrere l’absència

 

Caminant per la ciutat, he topat amb un cartell que em crida l’atenció: “Behind the absence” (darrere l’absència). És l’entrada de la biblioteca Sant Gervasi – Joan Maragall i es tracta d’una exposició de fotografies de l’artista franco-italiana Myriam Meloni dins del marc del festival DOCfield>16.

Un cop dins, les imatges em colpeixen: l’absència, el revers de l’exili, de la migració, pot ser tan dolorosa com el propi exili.

“A la República de Moldàvia, el país més pobre de l’Europa de l’Est, més de 100.000 nens i adolescents creixen sense els seus pares. Són orfes socials, els pares i mares dels quals han emigrat a la recerca d’una feina que els permeti sobreviure, empesos per l’esperança d’assegurar un futur millor per a les seves famílies.

A causa de les conseqüències directes i indirectes de la migració massiva, que segons l’Organització Internacional per a les Migracions (OIM) afecta a un quart de la població moldava en edat de treballar, milers de nens massa petits per viure sols són criats pels avis, que alhora són massa grans per cuidar-los; i milers de nens amb els pares vius, creixen en orfenats desballestats, construïts originàriament al segle passat per acollir orfes de la Segona Guerra Mundial.

Els diners enviats a casa pels migrants, aproximadament uns 500 milions de dòlars l’any, juguen un paper important en el consum a Moldàvia, al preu -aquesta és l’altra cara de la moneda- d’esquerdes profundes en el teixit social del país.”

http://docfieldbarcelona.org/ca/exposicion/behind-the-absence-3/#.V2L_0XWLQZk

http://www.myriammeloni.com/index.php?/projects/behind-the-absence/

 

 

tan sols essent…

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Un diálogo que sostenía consigo misma:

—¿Estás haciendo algo?

—Sí, claro: estoy siendo triste.

—¿No te molesta estar sola?

—No; pienso.

A veces no pensaba. A veces se quedaba sólo siendo. No necesitaba hacer. Ser era ya un hacer. Se podía ser lentamente o un poco deprisa.

 

fragment del conte La salida del tren, inclòs al llibre ¿Dónde estuviste de noche?

Clarice Lispector. Cuentos reunidos. Siruela, 2008 (trad. Cristina Peri Rossi)

pensant en el gos… Clarice Lispector

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El crimen del profesor de matemáticas

[…]

Entonces se puso a pensar con dificultad en su verdadero perro como si intentase pensar con dificultad en su verdadera vida. El hecho de que el perro estuviera distante, en otra ciudad, dificultaba la tarea, aunque la nostalgia lo aproximara en el recuerdo.

«Mientras yo te hacía a mi imagen, tú me hacías a la tuya», pensó entonces, auxiliado por la nostalgia. «Te di el nombre de José para darte un nombre que te sirviera al mismo tiempo de alma. ¿Y tú?, ¿cómo saber jamás qué nombre me diste? Cuánto me amaste, más de lo que yo te amé», reflexionó, curioso.

«Nosotros nos comprendíamos demasiado, tú con el nombre humano que te di, yo con el nombre que me diste y que nunca pronunciaste sino con tu mirada insistente», pensó el hombre sonriendo con cariño, libre ahora de recordar a su gusto.

«Me acuerdo de cuando eras pequeño», pensó divertido, «tan pequeño, bonitillo y flaco, moviendo el rabo, mirándome, y yo sorprendiendo en ti una nueva manera de tener alma. Pero, desde entonces, ya comenzabas a ser todos los días un perro que podía ser abandonado. Mientras tanto, nuestros juegos se tornaban peligrosos por tanta comprensión», recordó el hombre con satisfacción, «tú terminabas mordiéndome y gruñendo, yo terminaba arrojándote un libro y riendo. Pero quién sabe qué significaba aquella risa mía, sin ganas. Todos los días eras un perro que se podía abandonar».

«¡Y cómo olías las calles!», pensó el hombre riéndose un poco, «en verdad, no dejaste piedra por oler… Ése era tu lado infantil. ¿O era tu verdadera manera de ser perro: y el resto solamente el juego de ser mío? Porque eras irreductible. Y, abanicando tranquilamente la cola, parecías rechazar en silencio el nombre que yo te había dado. Ah, sí, eras irreductible: yo no quería que comieses carne para que no te volvieras feroz, pero un día saltaste sobre la mesa y, entre los gritos felices de los niños, agarraste la carne y con una ferocidad que no viene de lo que se come, me miraste mudo e irreductible, con la carne en la boca. Porque, aunque mío, nunca me cediste ni un poco de tu pasado ni de tu naturaleza. E, inquieto, yo comenzaba a comprender que no exigías de mí que yo cediera nada de la mía para amarte, y eso comenzaba a importunarme. En el punto de realidad resistente de dos naturalezas, ahí es donde esperabas que nos entendiéramos. Mi ferocidad y la tuya no deberían cambiarse por dulzura: era eso lo que poco a poco me enseñabas, y era también eso lo que se estaba tornando pesado. No pidiéndome nada, me pedías demasiado. De ti mismo, exigías que fueses un perro. De mí, exigías que yo fuera un hombre. Y yo, yo me disfrazaba como podía. A veces sentado sobre tus patas delante de mí, ¡cómo me mirabas! Entonces yo miraba al techo, tosía, disimulaba, me miraba las uñas. Pero nada te conmovía: tú me mirabas. ¿A quién irías a contarlo? Finge —me decía—, finge rápido que eres otro, da una falsa cita, hazle una caricia, arrójale un hueso; pero nada te distraía: tú me mirabas. Qué tonto era yo. Yo, que temblaba de horror, cuando eras tú el inocente: si yo me volviese de pronto y te mostrase mi rostro verdadero y, erizado, alcanzado, te levantarías hacia la puerta herido para siempre. Oh, todos los días eras un perro que podía abandonarse. Podía elegirse. Pero tú, confiado, meneabas la cola.

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«A veces, conmovido por tu perspicacia, yo podía ver en ti tu propia angustia. No la angustia de ser perro, que era tu única forma posible. Sino la angustia de existir de un modo tan perfecto que se tornaba una alegría insoportable: entonces dabas un salto y venías a lamer mi rostro con amor enteramente entregado y cierto peligro de odio como si fuese yo quien, por amistad, te hubiese revelado. Ahora estoy muy seguro de que no fui yo quien tuvo un perro. Fuiste tú el que tuviste una persona».

«Pero poseíste una persona tan poderosa que podía elegir: y entonces te abandonó. Con alivio te abandonó. Con alivio, sí, pues exigías —con la incomprensión serena y simple de quien es un perro heroico— que yo fuese un hombre. Te abandonó con una disculpa que todos en casa aprobaron: porque ¿cómo podría yo hacer un viaje de mudanza, con equipaje y familia, y además un perro, con la adaptación al nuevo colegio y a la nueva ciudad, y además un perro? “Que no cabe en ninguna parte”, dijo Marta, práctica. “Que molestará a los pasajeros”, explicó mi suegra sin saber que previamente me justificaba, y los chicos lloraron, y yo no miraba ni a ellos ni a ti, José. Pero sólo tú y yo sabemos que te abandoné porque eras la posibilidad constante del crimen que yo nunca había cometido. La posibilidad de que yo pecara, el disimulo en mis ojos, ya era pecado. Entonces pequé en seguida para ser culpable en seguida. Y este crimen sustituye el crimen mayor que yo no tendría coraje de cometer», pensó el hombre cada vez más lúcido».

«Hay tantas formas de ser culpable y de perderse para siempre y de traicionarse y de no enfrentarse. Yo elegí la de herir a un perro», pensó el hombre. «Porque yo sabía que ése sería un crimen menor y que nadie va al Infierno por abandonar un perro que confió en un hombre. Porque yo sabía que ese crimen no era punible.»

Sentado en la llanura, su cabeza matemática estaba fría e inteligente. Sólo ahora él parecía comprender, en toda su helada plenitud, que había hecho con el perro algo realmente impune y para siempre. Pues todavía no habían inventado castigo para los grandes crímenes disfrazados y para las profundas traiciones.

[…]

Clarice Lispector. Cuentos reunidos. Siruela, 2008 (trad. Cristina Peri Rossi)

 

…quan el cor és un caçador solitari…

El nuevo movimiento global de las mujeres. Jean Shinoda Bolen
Sense títol
6. Círculo o jerarquía

Las relaciones de dos
son o un círculo o una jerarquía.

Son un círculo
cuando el amor está en el centro de una relación
en la que se ha entrado voluntariamente,
y los sentimientos, las prioridades
y los valores de la persona
le importan al otro.
Cuando las confidencias se guardan
y no son pasto de críticas,
y las vulnerabilidades no se explotan.

Es un círculo cuando puede decirse la verdad
por muy dolorosa que sea
sobre uno mismo o sobre el otro.

En toda relación circular
habrá baches en el camino.
Los malentendidos, los errores de percepción
o tan solo el descuido
surgen entre nosotros y los amigos,
los cónyuges o los socios de cualquier condición.

Cuando surgen la desconfianza
o el resentimiento y no se expresan,
y solo uno de los dos sabe cuándo ha sucedido,
es esa persona quien tiene la responsabilidad
de hablar de ello.
Quizá sería posible mostrarse curioso
en lugar de crítico
para averiguar lo que ha pasado y por qué
cuando algo ha dolido.

Lo que cuenta es cómo eso te hizo sentir.
El resto son especulaciones.
Un círculo de dos puede convertirse
en un medio de crecimiento
donde puede abonarse el terreno
para la confianza
si la realidad de lo que uno siente o teme
puede decirse en voz alta.
Ayuda a dominar la propia vulnerabilidad,
de lo contrario
queda oculta bajo la rabia y el juicio,
que fácilmente provocan mostrarse a la defensiva
y generan más rabia a su vez.
Un cuadro no muy halagüeño,
que en realidad nadie desea
en una relación circular.

En un patriarcado jerárquico de dos,
el acuerdo, manifiesto o no, es:
Uno de los dos importa más que el otro.
Uno de los dos puede expresar libremente
sus sentimientos, necesidades, prioridades y prejuicios,
o plantear exigencias al otro.
Sin ninguna expectativa de reciprocidad.

En un patriarcado jerárquico de dos,
uno es más importante
y tiene más derechos que el otro,
mantiene el control.
Un modelo que conduce
a que uno sea el narcisista
y el otro el codependiente.
Esta es la forma del matrimonio patriarcal,
que no es entre iguales.

[…]

Se requiere “plantar cara”
a cualquier relación de dos que sea jerárquica.
Es la persona que asume el papel
de codependiente
la que, encontrando su voz y valor
para hablar en voz alta,
inicia un diálogo con el otro
y facilita que una relación patriarcal
se transforme
en un círculo o pueda abandonarse.

convivint amb la Dona Esquelet

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la Dona Esquelet torna a la Vida…

[… ]
El hombre sintió que le entraba sueño, se deslizó bajo las pieles de dormir y enseguida empezó a soñar. A veces, cuando los seres humanos duermen, se les escapa una lágrima de los ojos. No sabemos qué clase de sueño lo provoca, pero sabemos que tiene que ser un sueño triste o nostálgico. Y eso fue lo que le ocurrió al hombre.
La Mujer Esqueleto vio el brillo de la lágrima bajo el resplandor del fuego y, de repente, le entró mucha sed. Se acercó a rastras al hombre dormido entre un crujir de huesos y acercó la boca a la lágrima. La solitaria lágrima fue como un río y ella bebió, bebió y bebió hasta que consiguió saciar su sed de muchos años.
Después, mientras permanecía tendida al lado del hombre, introdujo la mano en el interior del hombre dormido y le sacó el corazón, el que palpitaba tan fuerte como un tambor. Se incorporó y empezó a golpearlo por ambos lados: ¡Pom, Pom!…. ¡Pom, Pom!
[…]

Cuando el pescador manifiesta lo que verdaderamente siente, favorece su reunión con la naturaleza de la Vida/Muerte/ Vida.
La lágrima del pescador atrae a la Mujer Esqueleto; le provoca sed y un deseo de unirse más estrechamente a él. Como en los cuentos de hadas, las lágrimas atraen cosas hacia nosotros, corrigen cosas y proporcionan la parte o la pieza que falta. Las lágrimas poseen poder de atracción y la lágrima contiene en su interior unas poderosas imágenes que nos guían. Las lágrimas no sólo representan el sentimiento sino que, además, son unas lentes a través de las cuales adquirimos una visión alternativa y otro punto de vista. En el cuento, el pescador deja que se le rompa el corazón, pero no que se le rompa de debilidad sino que se le parta. Es un amor que lo inunda, un amor que él siempre ha llevado dentro, pero cuya existencia jamás había reconocido anteriormente. Cuando comprende esta relación, el alma del hombre se asienta más profundamente y con más claridad. La lágrima brota. Ella se la bebe. Ahora se desarrollará y renacerá en el interior del hombre algo distinto, algo que éste le podrá regalar a la Mujer: un corazón tan inmenso como el océano.

Mujeres que corren con los lobos. Clarissa Pinkola Estés