Con los ojos abiertos

Fotografía de Marguerite Yourcenar realizada por Yousuf Karsh, 1987.

 

Siguiendo el hilo del texto recogido por Muriel, en torno al amor de Marguerite Yourcenar por los animales, transcribo algunos fragmentos más del mismo tema.

 “… lo que me parece importante, es poseer el sentido de una vida encerrada en una forma diferente. Es ya una gran victoria advertir que la vida no está incluida solo en la forma en que estamos acostumbrados a vivir, que se pueden tener alas en lugar de brazos, ojos ópticamente  mejor organizados que los nuestros, branquias en lugar de pulmones.”

***

“Además está siempre el aspecto conmovedor para mí, del animal que no posee nada, salvo su vida, que con tanta frecuencia le arrebatamos.”

***

“Está esa inmensa libertad del animal, encerrado por cierto en los límites de su especie, pero viviendo, sin más, su realidad de ser, sin todo lo falso que le agregamos a la sensación de existir.”

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 “…trabajos de la antropología que nos demostraron que mucho más que “antropomorfizar al animal”, con frecuencia el hombre ha elegido sacralizarse, animalizándose. El primitivo no eleva a la pantera al rango de hombre; se hace pantera. El niño que juega a ser un perro, se imagina perro. El milagro  -y el niño y el primitivo lo sienten-  es que precisamente la misma vida, las mismas vísceras, los mismos procesos digestivos o reproductores, con ciertas diferencias en los detalles fisiológicos, por cierto, funcionan a través de esa infinita variedad de formas, y a veces de poderes que nosotros no tenemos.”

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Marguerite Yourcenar, Con los ojos abiertos. Traducción Elena Berni  (2ª edición Febrero 1.985), Gedisa.

6 pensaments sobre “Con los ojos abiertos

  1. Sin olvidar que nosotros también somos animales, que esa parte salvaje reside dentro nuestro. Que hemos de estar atentos a ello. Que nos puede enseñar tanto.
    ¡Cómo me gustan estas elucubraciones de Marguerite Yourcenar!
    Cuando voy a la Cerdanya francesa, voy a visitar a mi amigo el caballo negro en un campo de Enveitg; hablamos, le acaricio, él me responde con un BRBRBRBR. Me escucha. Me mira atentamente. le digo que volveré de nuevo. Siempre vuelvo y allí está. Esa bondad natural que reside en su interior. Esa manera de mirar sin pedir nada a cambio. O quizás, sÍ: recibir los mismos gestos que ellos muestran. Encontrar las mismas actitudes. Sin disfraces. Ves a saber.
    Le dediqué un poemita:

    En la noche callada
    el caballo negro se acerca.
    Caricias.
    Lo agradece con un brbrbrbr.

  2. Oh, Mercedes, como me gusta todo lo que dices!! Y que suerte, tener un amigo caballo!! No es cualquier cosa…
    Seguro que está encantado con tu voz, tus caricias y el pequeño poema que hiciste para él. Simplemente, os queréis.
    Transcribo para tu peludo amigo y para ti, un pequeño texto de Marguerite Yourcenar, en el que he pensado al imaginar el campo en el que está tu amigo.
    “Las raíces hincadas en el suelo, las ramas que protegen los juegos de la ardilla, el nido y los cantos de los pájaros, la sombra otorgada a las bestias y a los hombres, la copa en pleno cielo. ¿Conoces una manera de existir más sabia y más benéfica?”
    Un abrazo

  3. Suscribo animalescamente a tu entrada, Montserrat (gracias por ello!) y a tu comentario Mercedes, anido en vuestras palabras, cacareo, gruño, maúllo, araño, silbo, zumbo, berreo, relincho y aúllo, dejando apenas algunas huellas en la nieve polvo recién caída (casi) por doquier…

      1. El placer es mutuo, Mercedes!
        Auuuuuuuuuuuuuuuu Frrrrrrrrr Pfffffttt Miiaouuuuuu Psssssiitttt Flaaapppp Onkonk

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