«Obsérvalo, hazlo, enséñalo.
Cuando estaba en la Facultad de Medicina, éste era el ‘mantra’ del estudiante, y ése el método por el que aprendían los médicos: un modelo de aprendizaje basado en la experiencia directa.
De carácter muy similar son las experiencias dentro del círculo; aunque tal vez el primer círculo que veas se halle sólo en tu imaginación, es posible que después te unas a un círculo de mujeres, o que tú misma formes uno.
Estar en un círculo es una práctica de aprendizaje y crecimiento que se nutre de la experiencia y la sabiduría, del compromiso y el valor de cada una de las mujeres que hay en él. Los círculos pasan por distintas etapas y cambios, florecen o flaquean, sanan o causan dolor a sus miembros, y pueden ser una experiencia transitoria o imperecedera.
Del mismo modo que cada miembro aporta al círculo su saber en el campo de las relaciones, esto funciona en sentido inverso, es decir, la experiencia del círculo puede tener un radical efecto positivo en las relaciones exteriores del círculo, puesto que proporciona un modelo, un espacio donde comunicarse con sinceridad y afecto hasta que ésa sea la forma de comunicación habitual en tu vida, y sea también la que esperas de los demás».
Jean Shinoda Bolen, El millonésimo círculo. Cómo transformarnos a nosotras mismas y al mundo. Ed. Kairós, 2004
… continuando aportando ramitas-hebras para la construcción del círculo… el nido…
Molt agraïda per tot el que aportes, el que aporteu, al cercle, als cercles….
… entre totes fem girar el cercle, Rosa, i gira… gira… i ressona…