Mientras nos adentrábamos en la primera fase del cuento de “La mujer esqueleto”, en la que Clarissa recomienda no pasar por alto lo que se ha encontrado, visité la exposición de Agustí Puig en Can Framis. No conocía este artista y la muestra me conmovió, por la trama que, en mi opinión, tejía con el cuento.
En el primer espacio de la exposición, la obra cubría la totalidad de las paredes. Imágenes despojadas de lo superfluo, esqueletos, huesos, trazos potentes y espontáneos sobre un material de uso corriente, el cartón, y dos colores predominantes: blanco y negro, creaban una atmósfera austera y vital, que me transportó al cuento.
Los colores expresivos y simbólicos, parecían hablar de los sentimientos del pescador y la mujer esqueleto, allí estaban la luz y la sombra, lo conocido y lo desconocido, lo no bello, el miedo…
El negro de la tinta y la caligrafía, me hizo pensar en el texto del cuento, en la larga noche ártica, el blanco hizo presente el paisaje nevado, el hielo y el iglú…
El espacio entero parecía una invitación a reflexionar entorno al cuento.
Me ha gustado mucho tu entrada, Montserrat, los matices con los que tu ojo se adentró en los cuadros, y cómo la enlazas con nuestro cuento… Muchas gracias por compartir tu viaje. Un sendero-hilo que seguir en la espesura de nuestros bosques…