Disculpad el retraso, ya que fue en el verano pasado que vi la exposición de Kiki Smith que os traigo ahora!
Primero, situaros el precioso pueblo de San Gimignano, que llaman el Manhattan de la Toscana por sus altas torres medievales! Y la Kiki, muy bruja-loba ella en esta foto, rodeada por sus animales totems!
La Gallería Continua de San Gimignano expone artistas reconocidos internacionalmente y había traído a Kiki anteriormente. En esta ocasión, la exposición de Kiki Smith se llamaba PATH, camino. Y de entrada, acercarnos a su obra implicaba efectivamente ponernos en camino ya que la exposición no tenía lugar en la galería misma sino en tres espacios repartidos por el centro medieval del pueblo y, un cuarto, en el jardín interior del espacio de la galería donde la artista había instalado una fuente de bronce con tres tallos semejantes a flores con rostros humanos que parecían surgidos del oscuro subsuelo…
El primer espacio se ubicaba en el último piso de un edificio histórico, abierto excepcionalmente al público, con espectaculares vistas a la Piazza della Cisterna, y paredes de yeso de tonos pastel maravillosamente desconchadas y agrietadas (las paredes mismas hubiesen hecho la delicia de Leonardo da Vinci para sus meditaciones ante el muro!). Allí apreciamos el primero de los tapices, con motivos de bosque, ciervo, diversos animales, ramas y hojas, un ensamblaje de vidriera con motivos naturales, fotografías, instalaciones colgantes, varios dibujos sobre papel nepalés, mujeres y manos-estrellas indicando un norte incierto (?), esculturas de flores hechas con una técnica japonesa, nos explicaron, y un bronce de niña-sirena… Todo el conjunto denotando la versabilidad de la artista y su gran habilidad y sensibilidad en el manejo de varias técnicas y diferentes materiales.
La siguiente etapa nos llevó hasta una amplia sala blanca de techos altos que acogía dos tapices Jacquard (tejidos siguiendo una antigua técnica medieval) de grandes dimensiones, uno con motivos de águilas majestuosas, y otro con lobo, bosque y luna, preciosos ambos! Fijaos en la mirada del lobo, en la textura de los troncos de abedul… en las plumas del pájaro azul y la cola del águila… en mil detalles… realmente un trabajo de gran maestría! (La loba en mí daba coletazos de alegría por doquier!) En una alcoba de la sala, estaba la frágil escultura de un conejo hecha con la misma técnica japonesa de pan de oro y plata. Y, acompañando nuestros pasos, un lobo de bronce acompañado por pájaros… En esta sala me hubiese quedado sentada en el suelo un buen rato, dialogando, respirando con ellos… pero la comisaria que nos acompañaba en la visita comenzaba a dar ligeras muestras de impaciencia a pesar de la gran admiración que sentía por Kiki y su obra!
La última parada de nuestro deambular nos llevó hasta una de las torres medievales donde Kiki había creado en su interior una bóveda estrellada con decenas de estrellas de bronce, bajo la atenta mirada de un búho, dibujado sobre papel nepalés. Finalmente, vino el momento de acabar el recorrido, salir de la torre, y encontrarse de nuevo con el bullicio de la calle, con el sol italiano… nuestro caminar, de la mano de Kiki, de la oscuridad a la luz…
Recuerdo haber leído en una entrevista una frase de la artista quien declaraba: “El arte es, en cierto sentido, como una prueba: es algo que se mueve desde nuestro interior hacia el mundo físico”. Sus obras aparecen como unas huellas materiales, declaraciones tangibles (y, a menudo, inquietantes) de este pasaje del dentro hacia el afuera, desde lo invisible a lo visible, desde la oscuridad hacia la luz, desde lo personal hacia lo colectivo… ¿Acaso no es ésta la dinámica misma del proceso creativo?
http://www.galleriacontinua.com/history/san-gimignano