
Top Withens, West Riding, Yorkshire, 1945
Private collection, Courtesy Bill Brandt Archive and Edwynn Houk Gallery
© Bill Brandt / Bill Brandt Archive Ltd
Finales de otoño en las tierras del Norte. El viento azota mis mejillas, tumba las matas de hierba. Cruje la nieve bajo mis pies. La nieve rara, esparcida aquí y allí, sobre el manto de hierba que amortigua los pasos. Apenas un leve crujido que, al levantar la bota, deja la huella impresa sobre una fina membrana helada. Se aproximan nubarrones. Habrá tormenta de aguanieve. Ya noto –¡con qué placer!– las puntas aceradas de los cristales diminutos deshaciéndose en mi rostro. Hay algo salvaje en ese gozo. El animal que fuimos levanta el hocico y olfatea, otea, escucha…
Más, de repente, vuelvo a estar aquí, con mi vejez en las manos y una fotografía de Bill Brandt ante mis ojos. La niña que corría a contraviento por las dunas es ahora tan sólo un conjunto de sensaciones residuales. Memoria sonora. Memoria táctil. Huellas que habitan en nosotros hasta que algo las despierta, por analogía.
¿Qué hace que una representación, pictórica, fotográfica, musical u otra, sea capaz de transportarnos de esa manera a otro tiempo, de trazar puentes sinópticos entre lo percibido ahora y lo vivido hace más de cincuenta años? ¿Qué poder es éste capaz de despertar sensaciones dormidas y hacernos regresar, toda entera, a otros tiempos?
El poder de la imagen poética es su capacidad de sugerencia, decía Anandavardhana. Y ¿cómo no comprender, en la imagen de Brandt, a los personajes de Wuthering Heights tal como Emily Brontë los imaginara? ¿Cómo no cruzar los puentes que van de la propia carne a otra carne? Si el blanco y negro sugiere mucho más que el color es porque el trabajo de la imaginación es mayor. Sin imaginación, no hay enlaces posibles. Sin imaginación, la imagen es plana y estéril. Si la fotografía sugiere más que la realidad es porque es muda y que en su fijeza el tiempo se detiene. Tiempo: espacio que apela a esos lugares de la memoria donde dormitan los sonidos, los olores, el frío, esperando que algo los despierte.
Chantal Maillard es escritora.
Exposición de Bill Brandt en la Fundación Mapfre de Barcelona: https://www.fundacionmapfre.org/fundacion/es_es/exposiciones/kbr-barcelona-photo-center/bill-brandt.jsp#
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No sé si la fotografía sugiere más que la realidad, como apunta Chantal Maillard. Creo que se refiere a un momento concreto en que observamos una buena fotografía, y entonces la imaginación empieza a viajar a través de analogías y recuerdos o sugerencias. Y nos provoca la escritura, por ejemplo, esa potente herramienta que nos mueve a un lado y a otro…
La realidad, el estar inmersos en un bello espacio de la Naturaleza, es capaz de azotarnos las entrañas, por el impacto estético que nos produce. Y esto es más fuerte -aún- que la propia sugerencia.
Creo que ésta es la mejor fotografía.
Mercedes, me parece que el mismo impacto estético producido, por ejemplo, por la naturaleza, es el que activa la(s) resonancia(s) en cada uno.a. (Digo ‘estético’ en su sentido de aisthesis, sensación y sensibilidad, que atañe, por tanto, a los modos de percibir.)
Chantal escribe en Contra el arte:
“Expresar una experiencia, lograr que el lector-oyente llegue a experimentar algo
similar a lo que vivenció quien la describe, ése es el arte de la poesía. Y esto se logra
mejor cuanto más singular sea la situación que se relate. El lector-oyente recibirá el
impacto por resonancia”, al modo de las ondas concéntricas en torno al lugar del impacto de una piedra lanzada sobre la superficie de un lago en calma…