Con toda la fuerza luminosa del solsticio de verano, queda inaugurada la retrospectiva de la pintura de Fabienne Verdier en el musée Granet de Aix-en-Provence hacia la que pronto algunas de nosotras viajaremos!
Me sentía como tocando el cielo ante aquellos paisajes mágicos, aquellas extensiones infinitas, las cuales me permitían comprender mejor hasta qué punto el cielo rige el ordenamiento del mundo, como me había enseñado mi viejo maestro.
Allí el aire era fresco, puro, estimulante, y los pensamientos olvidados renacían espontáneamente en mi corazón, los de Leopardi, sobre todo:
Sentado, contemplo, más allá, soberanos silencios.
En esta paz profunda, abismo mi pensamiento.
Allí arriba me sentía dichosa. La belleza de las montañas, las nubes tan próximas a la tierra, cuyas sombras bailaban en los campos, entre los rebaños de yaks, henchían mi corazón de alborozo.
El cielo y la tierra no hablan, ni las cuatro estaciones, y sin embargo nos enseñan muchísimo mejor que las palabras. Nos deleitamos demasiado fácilmente con las palabras.
Textos: Fabienne Verdier, Pasajera del silencio. Ed. Salamandra
Fotografías: © Philippe Chancel | Fabienne Verdier pintando frente a la montaña de la Sainte-Victoire en homenaje a Paul Cézanne