Byung-Chul Han: “El ocio se ha convertido en un insufrible no hacer nada”

 

El filósofo coreano Byung-Chul Han.
FOTOGRAFÍAS: JULIEN MIGNOT | GETTY | ISABELLA GRESSER

 

LUIS MARTÍNEZ| Berlín | 12 FEB. 2019 

Nacido en Corea del Sur y formado en Alemania, es el pensador de referencia del nuevo milenio y el que critica con mayor dureza los vicios de la sociedad digital: de la dependencia de las redes al atracón de series. Ahora publica ‘Buen entretenimiento’

Cuenta Byung-Chul Han (Seúl, 1959) que empezó a interesarse por la Filosofía por un problema de exceso de atención. Leía demasiado despacio. Su incapacidad para adecuar su ritmo de lectura al que, según él, exige la literatura, le llevó a interesarse por la primera de las ciencias. Y fue ahí, en la lenta descripción de cada palabra alemana donde empezó a familiarizarse con la revolución del sentido de Husserl y los laberintos etimológicos y polisémicos de Heidegger. Y ahí sigue.

Han sigue leyéndolo todo, realidad incluida, según su particular sentido de la cadencia; consciente de que lo que importa antes que nada es el propio tiempo. Cada uno de sus libros, todos publicados en español por Herder, ha servido para dibujar con precisión los contornos de la sociedad digital que nos habita. La explotación ha devenido autoexplotación (La sociedad del cansancio), el infierno de lo igual ha aniquilado el verdadero sentido del otro (La agonía del Eros), la represión ha sido sustituida por el exceso de información y de placer (La expulsión de lo distinto), y el entretenimiento ha sido absorbido por la imperiosa necesidad de producir (aquí, su último y fulgurante ensayo Buen entretenimiento). Y así.

Byung Chul-Han se toma su tiempo hasta para responder un cuestionario que solicita por escrito y en alemán. De las 17 preguntas que le enviamos responde 10. O mejor, funde las respuestas de unas en otras y descarta las, quizá, demasiado genéricas (sobre el sentido de la cultura) o demasiado concretas (sobre su serie favorita). El resultado es una entrevista tallada en la precisión misma del tiempo. Y, en efecto, de eso se trata. Como él mismo dice lo que cuenta es devolver no tanto el sentido, que también, como “la fragancia” al tiempo.



https://www.elmundo.es/papel/lideres/2019/02/12/5c61612721efa007428b45b0.html?fbclid=IwAR3lBJzhG-7pHFudKculeTiuUR9_U8U_Xon39rL5SVCI1jlhT06XPIZ5s-k

 

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