Foto hecha por uno de los libreros de Nollegiu.
Chantal Maillard convoca. Nosotros.as acudimos a arroparla, escuchando. Ayer, tarde diluvial. Llego finalmente –ni sé cómo– a la librería Nollegiu repleta a pesar del diluvio. El acto acaba justo de iniciarse: la poeta y filósofa presenta sus dos últimos libros, el poemario Cual menguando (Tusquets Editores) –una fascinante reflexión escénica sobre los límites del lenguaje, las errantes andanzas de la lógica y las fronteras de la razón–, y el lúcido y necesario ensayo-panfleto ¿Es posible un mundo sin violencia? (Vaso Roto Ediciones).
Acompañada por el director del Centre de Creació de Dansa i Arts Escèniques La Caldera, Òscar Dasí, y el librero de la Nollegiu, Xavier Vidal, Maillard arranca con el pequeño ensayo sobre la violencia. Violencia que sostiene este mundo, y que los humanos, contrariamente a las demás especies, ejercemos “por placer, por codicia o, simplemente, por inercia o por indiferencia”.
“Este no es el mejor de los mundos posibles. El mundo en el que estamos tiene por ley el hambre y el contrato que firmamos por la vida implica la violencia. Pero hay otra violencia, que nos caracteriza como especie, que no se ejerce por necesidad, sino por placer, por codicia o, simplemente, por inercia o por indiferencia. ¿Qué hace falta para darnos cuenta de que lo que nos concierne es mucho más que lo que nos ampara como individuos? Recordemos a Fiedrich Nietzsche abrazado al cuello de un caballo exhausto y maltratado. Que aquel gesto se considerase como un síntoma de locura es clara indicación de una sociedad enferma. Si queremos recobrar la salud como especie, será indispensable que reemplacemos la moral de la reciprocidad por una ética de la compasión.”
Buscar otras lógicas, correlativas, horizontales, y una ética, inclusiva, “desde las que es posible entender que nada “es” de una vez por todas, que el universo es un continuo estar-siendo y que, para seguir siendo, cualquier cosa depende de todas las demás”. Transformar los canales de percepción consensuales, heredados, y poner atención, es decir, atender otro plano de la “realidad”, móvil, fluida, vibrátil… en el que está en juego la transformación de quien mira, siente, conoce, (se) relaciona, sin pre-ver, sin pre-tender, sin dar por hecho… o no tanto.
“El universo es un entramado en el que todo lo que hacemos o dejamos de hacer tiene repercusiones. Esto es lo que el individualismo racionalista y patriarcal no entendió.”
Re-flexionando el tema de la representación: “Qué extraño poder es éste de la representación, que nos lleva a experimentar con placer sensaciones que en la vida real nos causarían pena, dolor, temor o repugnancia? ¿Qué tipo de placer es éste? Porque se trata evidentemente de un placer, ¿no es cierto?”… Pues “toda representación es una metáfora… El placer de la metáfora es un placer de la inteligencia”. Inteligencia estética, perceptiva, sensitiva. Atención flotante. Aquella mirada oblicua. Derivas hacia la hibridación del mundo sensorial. Sensoescucha difuminando las fronteras corpóreas y otras. Vibrando juntos. Escuchando. Atendiendo al flujo. “Un suceder en compañía”.
“Si el verbo “ser” se reemplazase por el de “suceder”, muchas cosas cambiarían. Las opiniones se relativizarían y la necesidad de establecer verdades se sustituiría por la de crear espacios de coherencia en los que construir ficciones necesarias.”
Y sucediendo en compañía, Cual-Chantal, Fiam-Xavier, y Voz al margen-Oscar, deciden re-presentar(se). Y lo hacen dialogando, convirtiendo sofas y repisas de la libreria en un mini-escenario improvisado. Ternura a raudales y perlas de humor sutil ante tanta violencia gratuita. Inventar(se) despojándose. Cual menguando en un nosotros compasivo. Tiempo suspendido. Pulsátil. La palabra corta y meticulosa como praxis casi gestual. Ritual. Situada. En-ajenándose en un decir ajeno a la sintaxis y a la semántica. Grafía del silencio escribiendo las pausas. Placer de la escucha del otro que sucede con-mi-go, cuando supuestamente no pasa nada y todo puede suceder (de nuevo)…
Entonces me sorprendo leyendo Cual menguando como si fuese la aplicación ¿estética? de ese pequeño capítulo del ensayo sobre la violencia De la moral de la reciprocidad a la ética de la compasión.
“Entre Usted y nosotros anda el juego “, susurra la poeta.
En-ajenarse sería lo deseable: ampliar el marco de pertenencia, ir de lo próximo a lo ajeno, traspasar las fronteras. Des-integrarse en otros, protegiendo las diferencias a sabiendas de que éstas y la natural violencia que acarrean en su movimiento es la manera en que el universo se perpetúa. Esto sería crecer en lucidez –o en común sentido.
Escenario a oscuras. Silencio.
CUAL: ¿… Fiam?
(Silencio)
¿Estás ahí? No te oigo.
(Silencio)
¿Fiam…? Dime si estoy aquí.
FIAM, con voz dormida.
Estás ahí.
CUAL: Ah, bueno.
/Tiempo/
¿Fiam…?
FIAM, con voz cansada.
Duérmete.
CUAL: No sé cómo se hace.
FIAM: Primero un pie y luego el otro.
CUAL: Ah.
/Tiempo/
CUAL: ¿Fiam?
FIAM: ¿Y qué más?
CUAL: ¿Cómo sabes que estoy?
FIAM: Está claro: no me dejas en paz.
CUAL: Si dejarás de oírme no lo sabríamos.
FIAM: Pues mejor.
CUAL: No digas eso. Después de lo que hemos sido el uno por el otro…
/Pausa/
Sin ti no podría saber si sigo estando.
FIAM, subitamente enternecido: Si quieres te cambio el sitio.
CUAL: ¿Harías esto por mí?
FIAM: No. Pero podría intentarlo.
CUAL: De acuerdo.
Silencio.
/Tiempo/
Cual enciende la luz. Fiat sigue en la
repisa; Cual, en la butaca. Cada uno
de ellos mira al frente, en distintas
direcciones. Cual apaga la luz.
Extracto de Cual menguando: “Primero un pie”. Acto primero, Escena V.
Maillard tal Cual menguando. Foto de Lola Martinez.