El proceso de despertar. Peter Kingsley

Kore del Peplo_ca. 530 a. C._Museo de la Acrópolis


Podría decirse que este proceso de despertar es profundamente sanador si no fuera porque hemos llegado a una idea de salud tremendamente superficial. Para la mayoría de nosotros, la curación es lo que hace que nos sintamos cómodos y lo que alivia el dolor. Es lo que mitiga, lo que nos protege. Y, sin embargo, con frecuencia aquello de lo que queremos ser sanados es lo mismo que nos curará si podemos soportar la incomodidad y el dolor.

Queremos curarnos de la enfermedad, pero precisamente, a través de la enfermedad crecemos y nos sanamos de nuestra apatía autocomplaciente. Tememos la pérdida y, sin embargo, precisamente a través de lo que perdemos somos capaces de averiguar que no pueden quitarnos nada. Huimos corriendo de  la tristeza y la depresión, pero, si dejamos de ignorar la tristeza, veremos que habla con la voz de nuestro anhelo más profundo; y si seguimos  prestándole atención un poco más, encontraremos que nos enseña la manera de alcanzar lo que deseamos.

¿Y cuál es nuestro anhelo? […]

Nuestros anhelos pocas veces son gran cosa. Apenas consisten en ir de un deseo a otro; eso es todo. Nos dispersamos por todas partes buscando una cosa u otra: satisfacer nuestros deseos sin satisfacernos a nosotros mismos. Y nunca podemos estar satisfechos. Nuestro anhelo es tan profundo, tan inmenso, que en este mundo de apariencias nada puede sostenerlo o contenerlo. Así que, en lugar de ello, lo desguazamos, lo tiramos: queremos esto, luePortada-Kingsleygo lo otro, hasta que somos viejos y estamos agotados.

Parece fácil, todo el mundo lo hace. Pero es difícil huir del vacío que todos sentimos dentro, de la heroica tarea de encontrar sucedáneos para llenar el vacío.

Y la otra manera es muy fácil, pero parece difícil. Es sólo un asunto de saber dar la vuelta y hacer frente a nuestros deseos sin interferir en ellos ni hacer nada. Y esto va contra la tendencia de todas nuestras costumbres, porque se nos ha enseñado en muchos sentidos a escapar de nosotros mismos, a encontrar miles de buenas razones para desoír nuestros anhelos.

Algunas veces aparece como depresión, que nos aleja de todo aquello que creemos que queremos y nos hunde en la oscuridad de nosotros mismos. La voz es tan familiar que huimos de ella de todas las maneras que sabemos: cuanto más fuerte es la llamada, más lejos corremos. Tiene la capacidad de enloquecernos y, sin embargo, es muy inocente: es nuestra propia voz que nos llama. Lo raro es que el aspecto negativo no está en la depresión, sino en esa huida de la depresión. Y aquello a lo que tenemos miedo, en realidad, no es lo que nos da miedo.

Siempre queremos aprender del exterior, absorbiendo el conocimiento de los demás. Así es más seguro. El problema es que en este caso se trata siempre de un conocimiento ajeno. Ya tenemos todo lo que necesitamos saber en la oscuridad de nuestro interior. El anhelo es lo que nos da la vuelta hasta que encontramos el sol, la luna y las estrellas en nuestro interior.

Peter Kingsley. En los oscuros lugares del saber. Trad. Carmen Francí. Ediciones Atalanta, 2006. 5ª reed. 2017


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Peter Kingsley (n. 1953) es un filósofo británico, autor de cuatro libros y numerosos artículos en el área de la filosofía antigua, incluyendo Ancient Philosophy, Mystery and Magic (Filosofía antigua, misterios y magia), In the Dark Places of Wisdom (En los oscuros lugares del saber), Reality y A Story Waiting to Pierce You. Su obra trata en profundidad la labor filosófica y el contexto histórico de los presocráticos Parménides y Empédocles.

https://es.wikipedia.org/wiki/Peter_Kingsley_(filósofo)



Imagen: Kore del Peplo | ca. 530 a. C. | Museo de la Acrópolis, Atenas


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