Hay una vieja que vive en el escondrijo del alma que todos conocen pero muy pocos han visto…
Se arrastra, trepa y recorre las montañas y los arroyos en busca de huesos de lobos y, cuando ha juntado un esqueleto de lobo entero…
… se sitúa al lado de la criatura, levanta los brazos sobre ella y se pone a cantar. entonces los huesos de las costillas y los huesos de las patas del lobo se cubren de carne…
La Loba canta con tal intensidad que el suelo del desierto se estremece y, mientras ella canta, el lobo abre los ojos… y se transforma de repente en una mujer que corre libremente hacia el horizonte, riéndose a carcajadas…
Texto de Clarissa Pinkola Estés, extractos de La Loba, in Mujeres que corren con los lobos, Ediciones B, 1995.