Anhelo un corazón más sabio que el mío para descansar en él. El corazón de una anciana, un corazón acumulado y dispuesto a la acogida. Poder hablar; poder decir en palabras sencillas la congoja, la necesidad, la pena. Poder decir para calmar, para acallar. Soltar las lágrimas en el enorme pozo humano, el gran regazo. Poder decir, para que parezca tan común, ese dolor, que pueda mirarlo como si no fuese mío y llorar entonces por la historia de todos.
Chantal Maillard. Filosofía en los días críticos (fragmento 361). Pre-Textos, 2001